Ancestro esclavo en El Seibo en el siglo XVIII

Ancestro esclavo en El Seibo en el siglo XVIII

Edwin Espinal Hernández

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El tipo racial predominante de los esclavos en El Seibo era el negro, seguido de los mulatos y criollos, siendo los menos los de los tipos congo, boruco, mina, ladino, mandinga y tombas; aparece un curazoleño como expresión del corso caribeño. En el caso de los criollos, trasluce que habían nacido en la isla y que formaban parte de una generación esclava precedente.

Funcionarios de la administración, sacerdotes, militares y ciudadanos eran propietarios de esclavos, heredados como parte de patrimonios familiares o adquiridos a dueños residentes en Bayaguana, Cotuí, Higüey, Santiago -también asiento de hatos – o Santo Domingo, cabeza de su jurisdicción y donde trasladaban su ganado para la venta.

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La lista de aquellos esclavos en El Seibo en el siglo XVIII que llevaron apellidos, ya fuese el de sus amos y amas o patronímicos distintos -que correspondían en algunos casos al de sus dueños anteriores-, así como nombres que fueron asumidos como patronímicos, de acuerdo a los actos notariales que se conservan en su Archivo Real, es la siguiente:

ANTONIO, JOSE: Esclavo negro de José de las Mercedes y Rafaela de Herrera que compraron a Domingo Sánchez y vendieron al gobernador de armas de El Seibo Manuel Sorrillas en 1757. Tenía entonces 25 años aproximadamente.

BATISTA, JUAN: Esclavo de casta congo, adjudicado a los tres hijos menores de María Claudina de Jesús y Sosa. El albacea y tutor de dichos menores, Antonio de Jesús y Sosa, lo vendió al alférez real Salvador de Sosa, vecino de Bayaguana, en 1751.

BAUTISTA, JUANA: Negra criolla, esclava de Pedro Mártir Doroteo, vecino de El Seibo, a quien le correspondió como cónyuge supérstite y tutor de los hijos procreados con Leonor María, a quien se la había legado mediante testamento el capitán Juan Miguel. La vendió a Manuel Fernández Baldelomar, sacristán mayor de la villa de El Seibo, en 1755. Para entonces tenía aproximadamente 26 años y “una cría” de sexo femenino de tres meses, la cual debía criar y alimentar por el lapso de un año a partir de la venta.