Mejorar la calidad de la enseñanza pública ha sido objetivo primordial que no se ha hecho visible a partir de la inversión en ella de un 4% del Producto Bruto Interno desde el año 2013.
Ninguna medición del rendimiento escolar le ha indicado a la familia dominicana a esta fecha que el aporte extraordinario de recursos presupuestales ha servido al menos para emprender transformaciones en firme sobre los niveles Inicial y primario en los que todavía se va al encuentro de niños sin dominio ni comprensión de la lectura que les faciliten aprender todo lo demás.
¿Qué sigue ocurriendo con la mayoría de los bachilleres dominicanos cuando acuden a las matriculaciones universitarias? Ordinariamente ponen en evidencia lagunas de conocimiento, sobre todo en matemáticas, imprescindibles para egresar luego como profesionales calificados y no meramente con un título en mano.
Evaluaciones a cargo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa no certifican mejoría en la enseñanza que se imparte en las escuelas públicas aunque se ha gastado mucho en construcciones, equipamientos, alimentación y gruesas mejorías salariales tanto para las áreas administrativas, muy numerosas por ciento, y el personal docente.
Los progresos materiales, remunerativos y de énfasis en las teorías tampoco han contribuido a una mejor formación magisterial.