La reciente conquista en la Fitur de Madrid de más de seis mil millones de dólares para inversiones turísticas parece un éxito extraño para un país como este que tiene a su capital preparándose para lucir sus mejores galas en el casco urbano y construye nuevos y costosos hoteles de primera pero que está de todos modos dañada en su imagen por tupidas alambradas de desecho tapando el cielo en muchos sitios. La expansión y los desusos con acumulación de tendidos de redes de electricidad, telefonía, telecable y enlaces de semáforos agreden transgresoramente la sensibilidad visual y causan la sensación de que ya no basta con los vertederos a nivel de suelo para que Santo Domingo aparezca ante propios y extraños como una urbe atacada hasta desde lo alto por sus propios despojos. Las primeras que han dejado de comprobar los hechos, mirando hacia lo alto, son autoridades municipales, turísticas y del Gobierno Central que debieron evitar lo peor, lo que indicaría que como guardianes de la institucionalidad reinante no se han sentido llamadas a actuar en función de investiduras que las comprometen a velar por la buena apariencia del hogar común de millones de dominicanos. Han debido sentirse ofendidas por agresiones al aspecto urbano que ya alcanzan extrema dimensión y que incluyen desprendimientos de líneas hacia el pavimento y las aceras con la incógnita de que podrían estar energizados con mortal peligro para transeúntes. Se recuerda que hace casi dos años se anunció desde el Estado un programa para combatir la contaminación visual que evidentemente, nunca fue puesto en acción; lo que debió comenzar con un ultimátum a las razones sociales que han llenado espacios aéreos de dominio público con cableados y la impudicia de dejar sobre las cabezas de los ciudadanos montones de fibras fuera de uso. Todo un elenco de empresas y agencias estatales, incluyendo las que tienen que ver con el medio ambiente y la eliminación de riesgos para los seres humanos, está llamado a enmendar estos hirientes resultados de múltiples incumplimientos.
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