El 1ro. de junio de 1999, un grupo de ciudadanos (as) nos reunimos en el Hotel Comodoro para analizar con detenimiento la situación política nacional y las perspectivas de su futuro inmediato y a largo plazo.
El manifiesto que elaboramos en aquella ocasión contiene un diagnóstico de la situación política correspondiente a los últimos 30 años de gobierno dictatorial que termina con el ajusticiamiento de Trujillo y la instauración del pluri-partidismo como medio para encausar la Democracia.
Partiendo de ese análisis, el documento citado concluye resaltando: A) La existencia de una crisis, pudiéramos decir, en el sistema de los partidos y las instituciones que intervienen en el proceso y el quehacer político nacional. B) Declive de la credibilidad institucional (carencia de confianza) de los partidos políticos en general y particularmente, en los partidos mayoritarios y sus dirigentes. C) La necesidad de fórmulas alternas para reforzar la actividad política y reencausarla de modo que se le devuelva al pueblo su soberanía y representatividad.
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A partir de entonces surge la propuesta del grupo Atrevernos que, en su primera etapa, contempla la posibilidad de participar en el proceso electoral unido a grupos y fuerzas de izquierda democrática no comprometida con partidos mayoritarios y el estado de cosas existente pero que trascienda la viabilidad de la coyuntura electoral Ante las dificultades de conformar un frente único y la carencia de recursos económicos en el corto plazo, Atrevernos trabajaba intensamente con un segundo documento que respondería a cuestiones esenciales con miras de iniciar una propuesta política que implique un profundo cambio en la sociedad dominicana, su forma de organización y activa participación política ciudadana en función de determinados principios básicos y métodos de trabajo que representen un cambio institucional y moral en la sociedad. Los partidos políticos, desde su aparición en el Siglo XIX, han jugado un papel de primera línea como mecanismo de articulación entre la sociedad civil y los poderes del Estado.
No obstante, a partir de la década de los 60, se observa una fuerte declinación (decadencia) de credibilidad e idoneidad para dar respuesta efectiva a los problemas nacionales.
En términos generales, los partidos políticos, hoy en día, responden más a los intereses de sus dirigentes y grupos partidistas que a los intereses propios de la nación y de la sociedad. Esta situación ha creado una especie de crisis partidaria que se revela en lo interno con la formulación de grupos y de tendencias en lo interno y la falta de respaldo y articulación.
Los signos más notables de la debilidad de los partidos vienen siendo:
Mesianismo. Identificación con el líder carismático de turno y no con programas de gobierno (Spoils System). b) Fragilidad institucional. c)Autoritarismo. d) Ausencia de estructura organizativa sólida.
La crisis de los partidos genera en su interior la necesidad inmediata de, 1ro.) Renovarse; 2do. Adaptarse a los cambios institucionales; 3ro. Fortalecerse.