La “tiradera“ entre el presidente Luis Abinader y el expresidente Leonel Fernández sigue dando de qué hablar, sobre todo entre los políticos, que se sienten obligados a opinar de todo, aunque en algunas circunstancias deberían, por su propio bien, ahorrarse esas opiniones, bien sea porque constituyen un solemne disparate o porque los exponen al ridículo. O ambas penas a la vez, como suele decirse, que parece ser el caso que hoy ocupa nuestra atención.
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Según Danilo Díaz, miembro del Comité Político del PLD, el intercambio verbal entre ambos trata de opacar “la enorme audiencia y repercusión que tuvo la entrevista del expresidente Danilo Medina”. Sí, leyeron bien. Pero dejemos que sea el dirigente político que lo explique con sus propias palabras: “Este intercambio público de palabras es una respuesta a algo que les preocupa a los dos, y es que la agenda de la pasada semana la ocupó el presidente del PLD, Danilo Medina, luego de su participación en El Sol de la Mañana”. Díaz, delegado del PLD ante la JCE, espera que creamos que el presidente Abinader y el líder de la Fuerza del Pueblo se pusieron previamente de acuerdo antes de iniciar su “tiradera”, en una tácita alianza para “opacar” a un jubilado político que no le mete miedo a nadie, aunque eso no evitará que se convierta en el sepulturero del partido morado.
Y si bien es cierto, porque lo es, que su intervención ocupó la atención del país político la pasada semana lo fue en sentido negativo, de lo que podía darse cuenta cualquiera que estuviera atento a los periódicos y las redes sociales. Si los que dirigen el PLD quieren creer que esa comparecencia fue beneficiosa y positiva para esa organización, que fue una demostración de fuerza que “metió en miedo” al expresidente Leonel Fernández y al presidente Luis Abinader, no hay nada que hacer. Pero que sepan desde ahora que pierden el derecho a quejarse cuando descubran, al final de ese camino, que se convirtieron en un ventorrillito como el de Miguel Vargas.