Hace catorce años del fallecimiento del doctor Joaquín Balaguer Ricardo, político, estadista, escritor y referente de gobernante con incidencia permanente en nuestra vida pública. Balaguer quiérase o no, dejó un legado positivo en nuestro país después de heredar una nación en ruinas y una sociedad dividida por la confrontación fratricida. Reconstruyó el país con extraordinaria prontitud, distribuyendo importantes obras en todo el territorio nacional sin necesidad de recurrir a empréstitos honrosos ni deudas que comprometieran el futuro del país. Conformó una clase media sólida que sirvió de sostén para el desarrollo de una nueva generación económica de influencia primaria en nuestra sociedad. Después de catorce años, el país ha cambiado al paso de los nuevos tiempos, hemos tenido la valiosa oportunidad de disfrutar de la tecnología avanzada, del auge de las comunicaciones de mayor oportunidad para la educación, el libre comercio, de mayor participación en la vida pública, de nuevas conquistas en materia laboral y derechos individuales.
Estos avances no obstante, han traído también su secuela negativa, en el incremento del consumo y tráfico de las drogas, el crecimiento incontrolable de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, la falta de respeto al derecho ajeno y al cumplimiento de las leyes, en el control eficiente de nuestra frontera y la constante invasión y penetración ilegal de ciudadanos haitianos a nuestro territorio pese a las regulaciones vigentes; el afán de lucro desmedido y la arrogancia en funciones públicas, olvidando los ejemplos de humildad y vocación de servicio público pasados y presentes.
De Balaguer también recibimos una herencia política que debió continuarse a través del Partido fundado por él hace cincuenta años. Pero no ha sido así, esa heredad política disminuida y maltratada en sus propios cimientos, sirve hoy a intereses antagónicos al balaguerismo auténtico, rechazados y combatidos por el propio líder desaparecido.
Se trata de un partido político cuya ideología se convirtió en mercadería y sus verdaderos traidores son los calificadores. No obstante, el sentimiento balaguerista perdura en la conciencia nacional. Su obra imperecedera esta ahí presente, superando y venciendo opiniones y críticas, odios y rencores, incidiendo permanentemente en los propósitos positivos y en el patriotismo de nuestro pueblo.