En el Activo consta lo siguiente
un corazón inhábil y porfiado
los padres como abrigo
corno mundo
dos viejas noches de hace treinta años
los zapatos rodeados de juguetes
buenas imitaciones del amor
un alegre cansancio repetido
trampas para mentiras
libros
viajes
tres corbatas que nunca se arrugaron
alguna charla con pocos amigos
memoria y tacto de cinturas
labios
el segundo en que aflojan los dolores
una ducha en enero
soledades
la provisoria paz de la conciencia
el turbador regreso de un desmayo
las cosas que se dicen cuando se ama
la tarde en que uno escribe de un tirón
los ojos de alguien en un gran silencio
el rato en que uno olvida que hay la muerte.
En el Pasivo consta lo siguiente
odios pesados y livianos
rabias
que son amargas hasta en la saliva
la cara al afeitarse de mañana
cuando uno se reencuentra con su víspera
y se sienten las deudas en la nuca
la corrida del ómnibus
el asma
el estupor frente al primer hipócrita
la envidia que lastima
el desconcierto
el amigo que no era
el que se va
la culpa los rencores los adioses
la presión deshonesta
el menosprecio
de los que tienen la sartén y el mango
los voraces que ganan la partida
la verdad que apabulla y que es verdad
el futuro cerrado y sin la llave
los ojos de alguien en un gran silencio
y todos los momentos menos uno
todas las noches en que está la muerte.
Salvo error u omisión este balance
infortunadamente arroja pérdidas
a enjugar en futuros ejercicios.
Balance, Mario Benedetti
Confieso que Mario Benedetti ha ido ganando espacio en mi corazón. Ojalá que Neruda, mi poeta amado, no sienta celos de mi nuevo amor poético. Cada vez que algo me inquieta y deseo expresarlo, localizo una poesía de este gran poeta que retrata mis sentimientos. Es más, sus palabras parecerían que fueron elegidas por mi corazón. ¡Gracias Don Mario, poeta del alma y sus laberintos!
El balance vital escrito por el gran Mario Benedetti está triste e irremediablemente en rojo, dejó pérdidas, como él expresa. En el mío la ecuación no es menos siniestra, hubiese querido finalizar el año con el optimismo a flor de piel, pero no puedo. La suma y resta de lo que veo, palpo, analizo y se me presenta, arroja un balance deficitario, negativo más bien.
Tengo el temor de escribir este artículo. Temo repetirme, decir lo mismo que he expresado, llorado y suplicado en varias entregas. Pero como cada año hago balance, personal y general.
Mi balance personal ya lo escribí en una entrega anterior. Como dije, redescubrí lo pequeño y aprendí a valorar la vida cotidiana en su verdadera dimensión. He tenido la oportunidad maravillosa de poder escribir, llenar cientos, miles de páginas enteras con pensamientos y sentimientos a través de los días. Al escribir hurgo y satisfago mi curiosidad inagotable, al plasmar en palabras, leo y aprendo, reaprendo y desaprendo.
Pero no estoy conforme con esta sociedad. Me lastima la pobreza de millones de seres en el mundo, contrastada con la opulencia más irracional y dolorosa. Mientras miles de niños en África languidecen de hambre y sed, la banalidad se apodera de mujeres que invierten dinero para convertirse en lo que no son. O de hombres que presos de sus caprichos y sus deseos de poder, viven en el eterno e indetenible tren de la acumulación de riquezas que NUNCA, NUNCA podrán consumir, aunque despilfarren millones en bienes costosos.
El balance de este año en el país arroja números rojos. Si bien, debo reconocerlo, el Gobierno dominicano ha hecho esfuerzos por cumplir sus promesas, logrando en algunas áreas ciertos avances; todavía perduran los males ancestrales que parecen no tener fin: electricidad costosa, la más cara del mundo. Hospitales que no ofrecen los servicios adecuados, con sus médicos dispuestos solo a “servir” algunas horas, las menos posible. A pesar de que nos dieron el 4% para educación, los males no se detienen. No es solo problema de gerencia, como piensan algunos, sino también de visión. Seguimos siendo los últimos, mejor dicho, los primeros de los últimos en todos los “rankings” internacionales. El tren administrativo sigue numeroso. Un Estado obeso, sobrepoblado, implica una carga fiscal demasiado grande, y sobre todo, el uso de recursos que bien podrían destinarse a inversiones sociales. El cuerpo diplomático es numeroso, mal preparado e inoperante. No existe un servicio exterior especializado. La corrupción sigue y sigue, a pesar de que la frugalidad en el gasto se ha impuesto de parte del Ejecutivo.
Creo que el Presidente y sus allegados más cercanos están presos y condenados por un pecado original: cómo enfrentar a los aliados y a los de su partido, si ellos le dieron la posibilidad de subir. Un dilema que lo llevará hasta el fin de su período. Esta condición lo obliga a desdecirse de muchos planteamientos de sus discursos de campaña, como el tema de la corrupción, por ejemplo.
El tema domínico-haitiano no tiene forma de resolverse. La polémica, incoherente, limitada y excluyente sentencia, ha exacerbado las pasiones. Ha dividido el país y ha puesto mucho más lejano en el horizonte una solución pacífica y humanitaria al tema migratorio. Más aún, ha colocado al país en la mira internacional como violador sistemático de los derechos fundamentales. Disgregaciones jurídicas aparte, lo he dicho y lo repito hoy nuevamente, estoy de acuerdo con la solución del tema migratorio, pero no de esta manera.
A nivel mundial no estoy tampoco conforme. Obama demostró con el espionaje de los servicios de inteligencia que la lógica imperial del Coloso norteño está por encima de los deseos y aspiraciones del gobernante de turno. Medio Oriente parece una caldera donde se cuecen las incomprensiones, las intolerancias y las mayores de las irracionalidades.
Nuestra América Latina amada sigue sus vaivenes políticos interminables. Maduro ha demostrado no solo su inmadurez, sino incapacidad y falta de liderazgo, diseñando políticas tan ridículas como chistosas. Colombia continúa haciendo esfuerzos por llevar a cabo un diálogo de paz entre actores que no se escuchan. La Presidenta de Brasil, que comenzó con bríos, ha perdido impulso y simpatías. Cristina, la de Argentina, quiere vencer las demandas de su cuerpo, olvidando que ella no es eterna ni invulnerable. Me asusta esta democracia tan débil en nuestros países; esta democracia manchada con las prácticas corruptas de los que asaltan el poder; porque el péndulo que desde hace tiempo está del lado democrático, podría irse al extremo de la dictadura. Solo recuerdo que al Sr. Mercado sólo le interesan sus beneficios y se asocia o se casa con la Señora Dictadura o la Señora Democracia cuando lo considere conveniente.
Este es mi balance. Parafraseo a Don Mario Benedetti, la verdad me apabulla. Constato que las puertas del futuro parecen estar cerradas y la llave mágica que las abre ha desaparecido. Los ojos de quienes deben ayudar a construirlo están cerrados. Salvo error de suma y resta, el balance me resulta más que negativo. Sin embargo, al final de la cifra aparece una nota: únicamente la esperanza de la voluntad podría cambiar estas cifras alarmantemente rojas.
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