Hay una energía interior de lo viviente y una energía interior de la conciencia, y cuando ambas energías sintonizan a la luz de la realidad y de la intuición mental, esa coparticipación activa la chispa de la creación, y entonces quien experimenta esa apelación puede testimoniar el impacto que la realidad imprime en su conciencia y plasmar la sustancia de su percepción en una obra de arte pictórica, musical o poética. De ahí que cuando los pensadores y poetas experimentan la apelación de la sensibilidad y la intuición de la conciencia, se activa su poder creador, fluyen la belleza y el sentido, la creación y las palabras, y por eso pueden testimoniar sus percepciones entrañables, y en esa sintonía con lo viviente captan el encanto de lo sensorial y el valor de la realidad, y entonces pueden crear una poética de la sensibilidad o una poética de la conciencia a la luz de lo viviente, y, en ese estado de efervescencia ante los fluidos sensoriales de las cosas y las irradiaciones de los fenómenos sutiles, se activa el poder creador desde el interior de la conciencia con el lenguaje del yo profundo y, en tal virtud, pueden elaborar una creación inspirada en el fluir de la sensibilidad y la conciencia, y fluye una inspiración a la luz de lo viviente mediante las sensaciones de la sensibilidad y las intuiciones de la conciencia.
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Lo que acabo de describir es lo que sienten los intelectuales y poetas cuando escriben, como le acontece a Basilio Belliard, por lo cual es un gran creador de valiosas obras poéticas, así como de textos críticos ejemplares. Sus estudios críticos revelan destreza exegética y sabiduría literaria; y su creación poética enaltece su talento creador.
Hay una poética del sentido, con la cual se abordan los datos sensoriales de las cosas, para exaltar el valor de lo viviente y resaltar el fulgor de la belleza. Y también existe una poética de la conciencia con la que el creador ausculta el interior de su mente para valorar el impacto que la realidad imprime en la interioridad, así como el valor de los fenómenos sutiles que dan cuenta de la realidad trascendente.
En Los pliegues del bosque (Santo Domingo, Búho, 2008) Basilio Belliard canaliza el valor de la sensibilidad estética y la poética del sentido en diez manifestaciones creadoras:
1. El sentido sensorial. Es la primera manifestación sensorial que perciben los sentidos corporales a la luz de la naturaleza. Quiere decir que desde nuestra sensibilidad establecemos un punto de contacto con las cosas y captamos sus datos sensoriales, de los cuales inferimos su encanto y su sentido. Significa que la sensibilidad entra en comunión con lo viviente y, en esa relación, percibe sensaciones y sentidos, y al percibir su sentido se desata su poder creador porque fluye el deseo de testimoniar lo que siente y percibe. Esa es la clave de la creación porque se inspira en el sentido sensorial de lo viviente, como lo manifiesta el poema titulado “Noches húmedas”:
Entre íncubos de noches
húmedas
y sonrisas verticales,
unos labios crepusculares
iluminan el mundo;
insomne como los ríos,
-donde van a morir las eyecciones-
son cráteres de carnes volcánicas los labios,
erupcionan en lunar periodo los meses.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 20).
2. El sentido sinestésico alude a una combinación de dos sensaciones diferentes en una misma onda, como acontece en la realidad de la sensorialidad, y, desde luego, en la sensorialidad de la persona que entra en contacto con lo viviente cuando fluyen dos sentidos que se combinan para canalizar lo que se siente, porque las sensaciones son múltiples, y en tal virtud coparticipan de un mismo fluir, y entonces el cuerpo tiene la percepción de que se siente asediado o asistido por dos o más sensaciones procedentes de sentidos corporales, como se manifiesta en el poema “Los que se aman”:
Los amantes,
acuestan su paladar en
su lecho,
en líquidas ascensiones de tacto y cadencia.
En gelatinoso descenso,
hunden su orgasmo en
el vértigo
como una petite mort
en hilos de fulgores o delirio.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 23).
3. El sentido traslaticio, o lo que es lo mismo, el sentido comparativo o metafórico que se produce cuando se toma un dato sensorial y se traslada por otro en esa combinación de sensaciones que tanto concitan a la sensibilidad de los creadores, como estetas, músicos, pintores y poetas, cuando entran en comunión con lo viviente, y entonces hay un revoltillo de sensaciones, un conjunto de manifestaciones sensoriales que se alternan, se entrecruzan y producen lo que he identificado como “sentido traslaticio”, como se manifiesta en varios poemas de Basilio Belliard y, desde luego, como lo revela el siguiente fragmento del poema “Maja”:
Anochece,
un “Bolero” de Ravel in
crescendo:
huracán quemando las pieles;
sus bemoles trazando los
huecos
y los sudores sacando filos
en las noches del limbo.
Gimnasia, las extremidades:
tijeras como ovillos de epidermis orillando deseos.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 24).
4. El sentido hiperbólico, con cuya expresión aludo a que hay una exacerbación de los sentidos y en tal virtud aflora lo que he identificado con la expresión “sentido hiperbólico”, que se manifiesta en varios de los poemas de Basilio Belliard en este libro Los pliegues del bosque, que es una forma de canalizar esa combinación de los sentidos cuando atracan en la carne florecida, como le acontece a este valioso poeta en este fragmento del poema “Monte de Venus”:
Todos los cuerpos son un solo cuerpo,
soñando y edificando los deseos del tacto:
hablan una lengua de gustos carnales;
temblorosos sus miembros,
son índices de horizontes y enfebrecidos enigmas:
únicos grafistas de criaturas -de polvo y piel.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 27).
5. El sentido simbólico. Hay una representación sensorial de lo viviente a la luz de determinados sentidos que adquieren la categoría simbólica en función de su alta representación en el ámbito de lo viviente, lo que es una vivencia de los sentidos que experimentan los poetas y que atizan el arte de la creación estética ante la exacerbación de los sentidos, y cuando alcanzan la categoría de lo simbólico, fluye el sentimiento de la creación, nace el poema, como lo ha vivido Basilio Belliard según manifiesta su poema titulado “Frenesí de tacto”:
En frenesí de tacto, unos labios consumantes
otean reverberaciones entre pliegues de aureolas.
Incendio y vértigo: unos suspiros aroman la noche.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 31).
6. El sentido cuántico implica entender la esencia de la naturaleza, que es lo mismo que decir la fuente de Creación, palabra que empleo en mayúscula, para aludir a la naturaleza de lo viviente, a la esencia cósmica, a la esencia cuántica de cuanto concitan los sentidos corporales a la luz de lo viviente, y eso genera un sentido singular, es decir, una valoración cósmica de lo viviente que inspira la vivencia del sentido natural, y esa vivencia cuántica de la Creación es parte de la compenetración sensorial y espiritual de la persona cuando entra en contemplación de lo viviente, cuando vive el encanto de la creación, como lo siente y lo expresa en su poema “Loto dorado”:
Del manantial carmesí brotan los pétalos.
Un loto dorado supura el néctar de la noche.
Ardiente está la piel en la cópula de su carne.
En piramidal placer,
una geisha otea el incienso de la luna.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 43).
7. El sentido cósmico. Fue Pierre Teilhard de Chardin quien concibió el concepto del sentido cósmico para aludir a esa dimensión de lo viviente que da cuenta de la esencia de fenómenos y cosas procedentes de las diversas manifestaciones de la naturaleza y que los iluminados, poetas, místicos y contemplativos perciben, disfrutan y valoran, como lo viven en sus momentos de contemplación al entrar en contacto con lo viviente y ponerse en sintonía con el sentido cósmico, clave para entender el sentido de la creación. Basilio Belliard lo manifiesta con elegancia y primor en el poema “Venus de Urbino”:
Una isla herida
es una luz en la noche
en que la Venus de Urbino
ondula su cicatriz de miedo.
Ciegos los sentidos
desnudan una anatomía dionisíaca.
Abierta está la frente.
Coya o Tiziano pincelan la geometría del tacto.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 51).
8. El sentido sutil. Con esta expresión aludo al sentido trascendente que todo lo viviente puede connotar. Basilio Belliard es pensador y poeta, y como escritor sabe usar las palabras en su dimensión sensorial, simbólica y sutil, justamente porque tiene no solo sensibilidad empática, sino también inteligencia sutil, que le permite entender el sentido trascendente por lo cual en este poemario, como lo refleja el poema “Cuerpo, piel, sexo”, se exalta el sentido sutil de la creación:
Petrificado el cuerpo,
la mirada va a ninguna parte.
Profunda la piel,
el olfato vuela en éxtasis.
Vivo el sexo,
el tacto dibuja sus relieves carnales.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 55).
9. El sentido arquetípico. Aludo con la palabra arquetípico al sentido que está más allá de lo sensorial y que apunta al sentido original que las cosas encarnaron a la luz del hecho primordial de lo viviente, y en ese aspecto Basilio Belliard, como poeta, sabe sintonizar esa dimensión altísima, iluminada y profunda de lo viviente, cuando conmocionado por lo que contempla, concitado por la belleza se emociona, como se manifiesta en los versos del poema “Herida”:
Encendido el corazón
alimenta de sed la herida,
yace hambriento,
hospedado en las venas del alma.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 57).
10. El sentido espiritual. Cuando hablo del sentido espiritual aludo a esa faceta profunda, luminosa y trascendente que alude a la Divinidad, y todo lo viviente culmina en Dios, como culmina el amor, como la belleza y el sentido de la Creación, como instintivamente lo refleja Basilio Belliard en este poemario centrado en el amor, y al decir que el amor culmina en esa sensación de lo divino, es una manera deíctica y simbólica de aludir al sentido espiritual y trascendente que es la última expresión de la sensibilidad humana y de la conciencia sutil, como se manifiesta ejemplarmente en los versos del poema “Beso líquido”:
Honda la superficie,
la piel puebla los misterios.
Superficial el cuerpo,
el deseo ahoga sus promesas.
Un lunar en la noche
es un beso líquido en mitad del ser.
(Basilio Belliard, Los pliegues del bosque, p. 69).
Sentido y belleza, reflexión y vivencia, sustancia y creación son singulares atributos, entre otros aspectos intelectuales y estéticos, de la creación poética de Basilio Belliard, que ha hecho de la palabra poética el cauce de tu talento inspirador y, de sus estudios críticos, la veta de su formación intelectual con un criterio edificante y orientador.
Bruno Rosario Candelier,
Santuario estético del Interiorismo
Moca, Ateneo Insular, 16 de marzo de 2025.