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§ 26. Minucias.La autora exhibe falta de conciencia histórica y falta de conciencia lingüística. A todo lo ancho de la obra, García Peña asume que la República Dominicana es un Estado nacional, o Estado-nación, término de moda (pp. 19, 34, 38, 70, 140, 142, 148, 165, 190, 204, 206).
Sacralización de Dominga Alcántara (pp. 9, 22, 111), sin mostrar copia de las cartas escritas de su puño y letra. Solo así se sabría si fue ella u otro quien las escribió, como se estilaba en el siglo XX cuando la persona era analfabeta (caso de Manuela Díez).
Uso semiótico de lenguaje, lo que implica que García Peña no tiene teoría del lenguaje (p. 131). Uso de la palabra historia con mayúscula, prueba al canto de la esencialización de esta disciplina (p. 126, 151, 210). 151).
Quizá haya lugar para contrastar la afirmación de Felipe Umberto Acosta en el sentido de que Olivorio Mateo “tuvo los cojones de enfrentarse a los gringos y a cualquiera que se quisiera aprovechar de él y de su gente” (pp. 130, 148 n. 237) y, a este propósito, Pastor Vásquez “anuncia, en un libro de próxima publicación titulado La isla montonera, que encontró en «los archivos de la Fulton history un documento que prueba la participación de Olivorio Mateo en la guerrilla del patriota haitiano Charlemagne Péralte en Haití en contra de los invasores norteamericanos que ocuparon aquel país el 28 de junio de 1915 para abortar la revolución del doctor Rosalvo Bobo’».
(Hoy, 26 de junio de 2016, página de opinión), cita tomada de Diógenes Céspedes, El impacto cultural de la primera ocupación militar norteamericana en la República Dominicana (Santo Domingo: Editora Universitaria de la UASD, 2016, p. 30, nota 16).
Roger Gaillard documenta la colaboración de los guerrilleros nacionalistas dominicanos a la causa de Charlemagne Péralte y menciona a los jefes Tabo y Gregorio, el primero al mando de 50 hombres bien armados, y el segundo al mando de 700 hombres también bien armados y que entraban a territorio haitiano a través de Las Matas y Monte Cristi y que los comandantes de los marines en Haití estaban al tanto del asunto y así lo comunicaron a los jefes militares de los Estados Unidos en Santo Domingo, pero en ninguno de los cuatro libros de Gaillard existe mención alguna a Liborio Mateo, quien era medio haitiano, al decir de E. O. Garrido Puello (op. citada por García Peña).
García Peña emplea el término retórica sinónimo de mentira, acepción en uso en la academia estadounidense, en el discurso de los políticos y en los medios radiales y televisivos (pp. 133, 137, 214, 199); emplea el término novela como sinónimo de verdad (pp. 141, 169), opuesto a la poesía, la cual implica la mentira y usa los conceptos de poética, sujeto, individuo e historicidad vaciados del sentido que tienen en el método de Meschonnic, es decir, que los usa como un efecto de la moda (pp. 192, 194, 201, 206, 209) y la autora no distingue el matiz político-semántico entre lo divino, lo sagrado y lo religioso (pp. 254, 263, 167, nota) y cree que hay una función social de la historia (p. 213), es decir, que parodiando a Stalin cuando se refería a los poetas y novelistas como “ingenieros de almas”, un historiador vendría a ser un ingeniero reconstructor.
§ 27. En la introducción a su obra, García Peña narra un incidente penoso con un profesor universitario estadounidense a quien, en vez de enfrentarle políticamente, le cedió su poder al huir el combate: “Durante el primer semestre de mis estudios de posgrado en la Universidad de Michigan asistí a una reunión convocada para poner en contacto a estudiantes de color con personal y profesores de la universidad.
Tras oírme hablar en español, un profesor me preguntó de dónde era. Al entender que no estaba interesado en mi crianza en Nueva Jersey, sino más bien en determinar mis orígenes étnicos y mi capacidad para hablar español, le dije que había nacido en la República Dominicana.
El profesor sonrió y me dijo: ‘¡Ah, dominicana! ¡Adoro tu país! ¡Buen ron y putas baratas!’. Me disculpé y abandoné la reunión”. (P. 29). García Peña se formula una serie de preguntas sobre el proceder del profesor, pero el hecho cierto fue que no le enfrentó. Lo hará en la obra que reseño, pero ya no tiene el mismo efecto político e ideológico.
§ 28. Empleo de verbos comodín. Juan Carlos Onieva Morales afirma que una de las categorías gramaticales que más contribuye a la pobreza léxica es “la repetición de verbos polisémicos y de palabras ‘comodín’ o muletilla”. ¿Cuáles son estos verbos y estos comodines o muletillas? La “repetición de verbos que poseen un “significado demasiado amplio como hacer, haber, tener, ser, poner y dar o de sustantivos que sirven para todo como cosa, cacharro, cuestión, etc., es también síntoma de pobreza expresiva y de monotonía en el escrito”.
El esquema de los verbos comodín o muletilla es el siguiente: Verbos hacer, haber, tener, ser, ir, poner, dar, meter, decir y otros del mismo jaez + artículo o preposición + infinitivo o sustantivo.
El primer ejemplo de verbo comodín o muletilla está en García Peña, op. cit., p. 29: “…una reunión convocada para poner en contacto a estudiantes de color con personal y profesores de la universidad”.
El verbo que debe reemplazar a los comodines o muletillas será siempre un verbo primitivo, como los sustantivos: aquí, el ejemplo sería “relacionar” “a estudiantes de color con personal y profesores”.
NOTAS:
Salvo error u omisión de mi parte, no encontré ninguna mención del nombre de Liborio Mateo en La isla montonera de Pastor Vásquez en la edición de Kindle, Amazon.com adquirida el 23 de enero de 2021, pero en el t. II de Diplomacia dominicana con Haití a principios del siglo xx (Santo Domingo: Archivo General de la Nación, Pastor Vásquez Frías asegura que Liborio Mateo combatió junto a las tropas del líder cacó Charlemagne Péralte, según cita que ofrece de la obra de Roger Gaillard sobre el personaje, (pp. 223-224).
Sin embargo, en la obra de Gaillard, según me explicó Vásquez en conversación telefónica, el nombre que aparece como Gregorio, junto al de Tabo, es una deformación de Liborio, nombre que luego será precisado en un informe del comandante en jefe de los marines, Littleton W. T. Waller, en un informe al Departamento de la Marina (Navy) sobre las actividades guerrilleras en la frontera domínico-haitiana. No he encontrado el referido informe.
Hay que seguir investigando lo de Liborio en la guerrilla de Péralte, pues hasta ahora no hay evidencia concreta, sino suposiciones, como las que aportan JanLundius y Mat Lundhal en Peasants and Religion.
A Socioeconomic study of Dios Olivorio and the Palma Sola Movement in the Dominican Republic. Londres; Routledge, 2000, pp. 33-313.
Los libros consultados son los siguientes: Les blancs débarquent. 1914-1915. Les cent-jours de Rosalvo Boboouunemise à mort politique. Port-au-Prince: Presses Nationales, 1973; Les blancs débarquent. 1915.
Le premier écrasement du cacoïsme. Port-au- Prince: Le Natal, 1981; Les blancs débaruent. 1916-1917. La république autoritaire. Port-au-Prince, Le Natal, 1981; Les blancs débarquent. 1917-1918. Hinche mise en croix. Port-au-Prince: Le Natal, 1982 y Les blancs débarquent. 1918-1919.
Charlemagne Péralte le caco. Port-au-Prince: Le Natal, 1982, obra esta última donde señala la presencia de guerrilleros dominicanos al lado de Péralte, cuyo primer ancestro, Juan Peralta, llegó a Haití procedente de la parte Este de la isla en 1824 para apoyar a Boyer.
Gaillard traza la genealogía de esta familia haitiana Péralte hasta el momento en que escribe esta última obra. La presencia de guerrilleros nacionalistas dominicanos para combatir y ayudar a los patriotas haitianos de Charlemagne Péralte está documentada en las páginas 177-180.
Curso superior de redacción. Madrid: Verbum, 1995, p. 98.
El más famoso y de más alta frecuencia de uso en la cultura dominicana es el verbo comodín o muletilla hacer el amor, galicismo y eufemismo que ha reemplazado al más común e invisibilizado singar, empleado mayoritariamente por la gente común que apela al lenguaje común.
En las clases pequeño burguesa y burguesa domina el uso del galicismo hacer el amor. En el Cibao y quizá en las demás regiones del país, las metáforas folklóricas que reemplazan a singar son majar, ra(s)par, hoyar, guayar [la yuca, dice una conocida danza musical: “Guaya la yuca, dame el casabe, tú que lo sabe”], enredar, enliar, coger, tirarse a una mujer, ligar (el merengue de Luis Kalaff “La ligadura” con el Trío Reynoso), coger y otros placebos verbales.
En una reseña del libro de Pedro Antonio Valdez publicada en Acento.com del 8 de octubre de 2016 con el mismo título de su libro “El arte de singar”, demostré los efectos ideológicos, la moral y la estética de la lengua que acompaña siempre a este gálico y eufemístico verbo comodín que llaman hacer el amor.
Recientemente escribió un artículo en parecidos términos el columnista y abogado José Luis Taveras en Diario Libre de 14 de enero de 2021 p, 14, con el título de “¿Hacer el amor?”.