Bosques nublados: Complicidad entre cielo y tierra para arropar el agua

Bosques nublados: Complicidad entre cielo y tierra para arropar el agua

Altagracia Paulino

No es una obsesión, es nuestro origen campesino que nos compromete con los elementos de la naturaleza, y tanto el fuego como el agua son insumos para pensarlos y eso hacemos en cada posibilidad de expresarnos sobre el particular.

El cambio climático que es algo con lo que tenemos que manejarnos, ya sea para la adaptación o la mitigación, nos convida a observar los cambios que se dan en la naturaleza, los cuales, por la premura con las que vivimos el día a día en la ciudad, no nos ayuda a entenderlo.

Pero en esta época del año debíamos lamentar siempre los incendios forestales, como los del 2018, que aparecieron por todo el territorio debido a la gran sequía, cosa que no ocurre en estos momentos porque hemos tenido vaguadas en marzo, inundaciones, fenómenos que mi papá solía decir: “esta es una cuaresma hembra” porque ha ocurrido con mucha lluvia.

En la entrega de la semana pasada hablamos de la magia que se produjo cuando todos los lideres ambientalistas del país convergieron en la Universidad del Estado el 25 de marzo y expusieron ante el ministro de Medio Ambiente todas las amenazas que se ciernen sobre las aguas en nuestro territorio.

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De esa magia surgió, al menos, una preocupación del presidente Luis Abinader, quien delegó en el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, una revisión de los planes de construcción de las presas que comprometen el agua como derecho en la región.

De ahí los ambientalistas han visto la posibilidad de cambiar los planes de las presas de Boca de los Ríos y la Placeta en San José de Las Matas, y las promesas de que tendrán agua tres importantes provincias como Santiago Rodríguez, Montecristi y Dajabón.

Pero, en el Sur y Sur profundo, según los delegados que asistieron al foro por el Derecho Humano al Agua, la situación es muy amenazante por el deterioro del bosque nublado que dio origen al Parque Nacional Sierra de Neiba, en el año 1995. Implica a cuatro provincias: Elías Piña, San Juan de la Maguana, Bahoruco e Independencia.

En la Sierra habita un bosque nublado donde las temperaturas no pasan de 21 grados centígrados y el ecosistema puede desaparecer por la agricultura, la minería y el corte indiscriminado de árboles. Los bosques nublados están en las alturas, y la flora endémica provee el microclima que genera las lluvias; si desaparecen los arboles que posibilitan las precipitaciones, estimadas en 1,609.3MM/cúbico al año, será afectada toda la región, porque en ella nacen los ríos principales de la zona.

La defensa de la región estuvo a cargo del ingeniero Leonardo Mercedes y Benjamín Batista, quienes proclamaron también la defensa del malecón de Barahona, entre otras reivindicaciones que han unido a los ambientalistas ante los desafíos que implican la defensa del agua como recurso, como patrimonio y como derecho.

Los bosques nublados del país deben protegerse, son las reservas permanentes de producción de lluvias, y generan una especie de esponjas que retiene el agua, mantiene la humedad y permite los microclimas que hacen de la isla un continente en miniatura, como lo describiera el periodista Adalberto Grullón en un documental hace algunos años.