Cambios en la actitud norteamericana hacia la eliminación de Trujillo

Cambios en la actitud norteamericana hacia la eliminación de Trujillo

Siempre he pensado que si el ajusticiamiento del dictador Trujillo hubiese tenido lugar en 1947, tal vez con un exitoso complot del teniente Eugenio de Marchena, o en 1949, con una lograda invasión de Cayo Confite, la actitud norteamericana hacia la desaparición de Trujillo hubiera sido muy diferente a lo que tomó en 1961. Terminada la Segunda Guerra Mundial donde los aliados, apoyados por los rusos, derrotaron a las dictaduras nazis y fascistas en Europa, los norteamericanos apoyaron la eliminación de las dictaduras latinoamericanas como lo evidencia la actitud del Departamento de Estado en 1945-1946 hacia Trujillo.

Durante el conservador Gobierno republicano de Eisenhower todo eran halagos hacia Trujillo. El embajador William Pheiffer (1953-1957), un acaudalado empresario neoyorquino declaró: “Trujillo es un auténtico genio, que piensa y trabaja mayormente hacia los mejores intereses de su pueblo”. En 1958 Eisenhower envió a William Pawley a tratar de convencer, sin éxito, a Batista para que dejara el poder. Pawley, un acaudalado empresario con negocios en Cuba y República Dominicana de explotación petrolera y minería, era un conservador cercano a la CIA.

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Pero luego del advenimiento de Fidel Castro en 1959 Washington fue víctima de lo que se ha denominado “el síndrome de la segunda Cuba”. Se pensaba que, así como Batista dio lugar a Castro, Trujillo daría lugar a otro revolucionario. En enero de 1960 con el apresamiento de cientos de jóvenes opositores y la consiguiente Pastoral de la Iglesia católica la situación de Trujillo se complicó y es por eso que al mes siguiente llegó al país el influyente senador George Smathers acompañado por Baby Rebozzo, mano derecha de Nixon, y por el propio Pawley quienes instaron a Trujillo a que celebrase elecciones libres. Cuando el dictador no lo anunció, Pawley fue a ver a Eisenhower. En sus Memorias Eisenhower escribió: “Al tratar de lograr que otros países trabajasen con nosotros contra Castro confrontamos aún otro problema: el hecho de que la mayoría de los vecinos de las Américas lo consideraban como una menor amenaza que el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina de la República Dominicana… Sabíamos que, hasta que las naciones americanas tomasen alguna medida efectiva y en conjunto contra Trujillo, no harían nada contra Castro -una presencia mucho más amenazadora en el hemisferio”.

Dos meses después de la Pastoral, el retirado general Clark, quien tenía negocios mineros en Santo Domingo, en marzo visitó a Trujillo para pedirle que se retirase. Tampoco lo logró y fue a ver a Eisenhower. A los cuatro meses de la Pastoral el embajador Joseph Farland recibió instrucciones de contactar a elementos disidentes conservadores, como Gianni Vicini y Andrés Freites. A los cinco meses de la Pastoral en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad de Naciones Unidas, Eisenhower dijo con relación a Fidel Castro y Trujillo: “Me gustaría verlos a ambos aserrados”, lo que dio inicio a los planes para eliminar a ambos. El fracasado esfuerzo de Trujillo por matar a Rómulo Betancourt provocó que la OEA ordenara la ruptura de relaciones diplomáticas, lo que en mayo obligó al embajador Farland y al jefe de estación de la CIA a salir del país, quedando Henry Dearborn encargado de la oficina de la CIA.

A los ocho meses de la Pastoral, Estados Unidos estableció sanciones económicas contra Trujillo, incluyendo sanciones al azúcar. En octubre un alto funcionario del Departamento de Estado escribió a Eisenhower: “No queremos hacer movimientos concretos contra la República Dominicana justo en los momentos actuales, ya que no hay un sucesor de Trujillo listo para tomar el poder y el resultado podría ser el traer allí al poder a un individuo de la estirpe de Castro”.

Once meses después de la Pastoral, Pawley fue a ver a Trujillo para pedirle que abandonara el país. La reunión tuvo lugar en el último piso del hotel El Embajador y Pawley reportaría: “Cuando terminé él estaba en el borde del sofá de mi sala de recibo y me dijo, con el dedo en alto y lágrimas rodando por sus mejillas: ‘Ustedes podrán venir aquí con la Infantería, y podrán venir con el Ejército y podrán venir con la Marina, o hasta con la bomba atómica, pero yo nunca saldré de aquí a no ser que sea en una camilla”.

Un cada vez más errático Trujillo trató de acercarse a los rusos y como tanto él como Castro ya estaban mal vistos por Washington, Trujillo envió a un argentino peronista quien vivía en Santo Domingo de apellido González Torrado a ver en Cuba a otro argentino, a Ernesto “Che” Guevara. Por eso es que el último Día de Reyes que vivió Trujillo, el de 1961, escuchamos sorprendidos por las estaciones cubanas al Che Guevara decir con relación a Trujillo: “Ahora nuestro amigo”.

Cuando Kennedy se juramentó en enero de 1961 recibió el expediente sobre los contactos de Farland y Dearborn con los disidentes conservadores y también sobre lo que sería la fracasada expedición de Playa Girón o Bahía de Cochinos. Aunque los disidentes anti trujillistas pidieron a Estados Unidos todo tipo de armamentos, incluyendo fusiles de largo alcance para asesinar a Trujillo desde uno de los bungalows del Hotel Jaragua cuando este caminara por el Malecón, así como veneno, lo único que aportaron los americanos fueron los tres fusiles M1 que habían dejado los infantes de marina en la embajada norteamericana cuando abandonaron el país por el rompimiento de las relaciones diplomáticas. Cuando fracasó Bahía de Cochinos seis semanas antes del 30 de mayo, Kennedy ordenó que se echaran para atrás los planes para matar a Trujillo. Informados los dominicanos del grupo de acción, su respuesta fue muy contundente: “Este es un asunto de nosotros los dominicanos y nosotros lo resolveremos”.

Luego del 30 de mayo la posición del Gobierno de Kennedy, aunque era un liberal, fue de apoyar a Balaguer y Ramfis pues consideraban que, en la recién surgida oposición, léase la Unión Cívica y el 14 de Junio, no contaba con fuerzas para llenar el vacío. Por eso es que, en junio, al mes de desaparecer Trujillo, Ramfis recibió al embajador MacGhee, quien le propuso un acuerdo bajo el cual se entregarían a una fundación todas las empresas de Trujillo y Ramfis y Balaguer se quedarían en el país hasta junio de 1962 cuando se celebrarían elecciones. Pero Ramfis no aguantó la presión y en noviembre se marchó del país. Entonces el pueblo exigió “Navidad con libertad” y la salida de Balaguer. Las turbas llegaron hasta a quemar vehículos de la embajada norteamericana, lo que hizo que Washington se diera cuenta de que lo que antes era una oposición conservadora se estaba radicalizando. Políticos puertorriqueños aprovecharon el paso de Kennedy por San Juan para proponerle que enviara una carta a Balaguer pidiéndole que renunciara y formara parte de un Consejo de Estado para luego abandonar el país en junio de 1962. Al recibir la propuesta de parte del cónsul Hill y este último felicitarlo por haber aceptado el plan, Balaguer lacónicamente y con ironía le dijo que después de todo ese era el plan del presidente Kennedy. Balaguer anunció su decisión, pero a principios de 1962 Rodríguez Echavarría dio un contragolpe que obligó a Balaguer a asilarse. Pero los americanos no se olvidaron de Balaguer y el 28 de abril de 1965 ya tomada la decisión de Lyndon Johnson de enviar tropas a Santo Domingo, este le preguntó a Thomas Mann a quién debían poner en el poder. Cuando Mann le sugirió a Balaguer, Johnson ordenó que se iniciasen planes para ese propósito. La CIA ayudaría a Balaguer en su campaña electoral y este volvería al poder en 1966.