“Canciones de la tarde” de Fabio Fiallo

“Canciones de la tarde” de Fabio Fiallo

Fabio Federico Fiallo Cabral (Santo Domingo en 1866–La Habana 1942) ha sido una figura importante en la literatura y la cultura dominicana debido a su obra literaria, su labor diplomática y su ferviente defensa de la identidad nacional como bien puede confirmarse en su diario íntimo de 1921, original en manos de la familia Fiallo. Sus discursos y acciones de resistencia junto a otros intelectuales locales frente a la invasión norteamericana terminaron en su apresamiento durante una escalada represiva del gobierno.

Según Romero Sosa, asumió una posición de abierta confrontación con el poder extranjero enseñoreado sobre el país. Al producirse la invasión norteamericana de su patria iniciada el mismo año de la muerte de Rubén Darío y prolongada hasta 1924. Practicó todas sus dotes de hombre de prensa en órganos de difusión como el Listín Diario. Pero al escribir sobre el invasor sin concesiones para con ellos ni para sus colaboradores de la oligarquía local le costó la libertad llevándolo a la muerte civil (2017, p.19).

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Viajó, conoció diferentes culturas y se relacionó con notables figuras políticas y culturales de su tiempo. Ejerció como cónsul en diferentes países, incluyendo Puerto Rico, Cuba y México. Ocupó importantes cargos públicos administrativos en el Estado y el servicio exterior, entre ellos: “procurador fiscal del Tribunal de Primera Instancia de Santo Domingo, subsecretario de Interior y Policía (1903), comisionado especial del Gobierno en Azua, Samaná y Barahona (1904), cónsul en La Habana (1905), en New York (1905) y en Hamburgo (1910), gobernador de Santo Domingo (1913) y miembro de la Comisión de Pensiones (1932)” (Gutiérrez, 2023, pp. 347-348). El escritor era sobrino de José María Cabral y Luna, quien fuera en dos ocasiones presidente de la nación, primero como presidente de facto de la República Dominicana en 1865, y luego como presidente constitucional entre 1866 y 1868. Fabio Fiallo se caracterizó no solo por su estilo poético y sensual sino, también, por su preocupación por los problemas sociales y políticos de su época. En su obra literaria y en sus discursos públicos abogó por la valoración de la cultura y la historia dominicanas, y luchó contra la influencia extranjera y el colonialismo cultural. J. Marcano (2020) y F. Gutiérrez (2023) nos recuerdan que: “Desarrolló una intensa labor periodística. Fundó los periódicos El Hogar (1894), La Bandera Libre (1899), La Campaña (1905) y las Noticias (1920) y colaboró con el Lápiz y el Listín Diario” (2020).

En el ámbito de las letras se distinguió como poeta, ensayista, cuentista. Es considerado uno de los grandes escritores dominicanos del siglo XIX y principios del siglo XX. Según Fernández & Tamara, “Fabio Fiallo es seguramente el mejor de los poetas eróticos que ha dado la República Dominicana” (2014, párr.1). Su poesía lírica escrita desde la intimidad se distingue por un exquisito uso de la lengua y un uso de dispositivos de sonido propios de su estilo. Su esmerada aplicación de sonidos y silencios culmina en un ritmo armonioso que le provee el movimiento de un ruiseñor en vuelo. El bardo con frecuencia utiliza repeticiones de palabras y de sonidos que les dan a sus versos una cadencia proveniente de un efecto musical-emocional con la rima como elemento sustancial. En muchos de sus poemas usa las asonancias mientras que en otros hace un uso magistral de las consonancias. El poeta abarca los temas fundamentales del mundo poético local e internacional, pero a pesar de su ardor patriótico priman los poemas de contenidos amorosos y galantes impregnados de un erotismo sutil. Simultáneamente, escribió sobre la vida, el paso del tiempo, la naturaleza, la muerte, la mitología y la religión. Fiallo le canta tanto al amor correspondido como al imposible y para sustentar sus sorprendentes metáforas hace uso de sus conocimientos de la mitología griega y de la religión. Pero, sin lugar a dudas, la mujer y el amor son los tópicos que dominan el poemario.

En el lenguaje figurativo que utiliza priman las metáforas, los símbolos y la personificación; los elementos sensoriales corresponden, en la mayoría de los casos a los visuales, auditivos y olfatorios… El poeta logra a cabalidad su misión con metáforas visuales intensas. En Yo seré de tu séquito (Fiallo, p. 17) realiza analogías mitológicas profundas como mecanismo expresivo. Gólgota rosa (p. 43) es una muestra poética que contiene asociaciones de tipo religiosas. Estas metáforas visuales sirven para la construcción de marcos en la mente del receptor, cada imagen cuenta su historia y tiene su objetivo en una metáfora que logra modificar el marco perceptivo e interpretativo. Aunque con cierta frecuencia lo comparan con Heinrich Heine uno de los más destacados poetas románticos alemanes del siglo XIX, quizás por las características de lied de Plenilunio; así como con Gustavo Adolfo Bécquer, además de ser visto como un poeta puramente romántico. Fabio Fiallo utilizó su propia voz con una musicalidad muy personal que logró reflejar sus sentimientos e impresiones sin artificios. Fue capaz de transmitir la belleza del amor que lo movía con un lenguaje poético caracterizado particularmente por sus imágenes evocadoras. Según Camila Henríquez Ureña: “Fabio Fiallo es el poeta del Amor. Es éste, frágil como un ídolo y eterno como un dios, quien pulsa las cuerdas de su lira; es el amor multiforme, pero único en su esencia. Amor casto y secreto…” (Henríquez, 2006, p. 131).

Al analizar la obra de Fiallo nos damos cuenta que consiguió conciliar magistralmente el romanticismo con los rasgos del modernismo de Rubén Darío en su refinamiento, aspecto cosmopolita, muestra de su cultura y estética de las formas; en la visión idealizada de la mujer; el lenguaje pulcro y el cuidado pleno de figuras retóricas que le daban un toque más culto al texto. Al igual que los modernistas de su época perseguía la perfección formal. Su actitud cosmopolita puede ser notada en la descripción que realiza de las mujeres de sus poemas y, además, en las imágenes que aparecen acompañando al texto (no aparece referencia de su autor). Se trata de una pareja de clase alta en un ambiente aparentemente europeo y que según conversaciones con dos destacados artistas plásticos dominicanos y un crítico de arte igual de conocedor pudieran tratarse de litografías (técnica de impresión que se originalmente se realizaba a partir del dibujo de una imagen en piedra), según Geo Ripley había una cultura de litografía y eran muy usadas para ilustrar y decorar.

Canciones de la tarde de Fabio Fiallo, poemario que aquí presentamos, fue terminado en los talleres de la “Cuna de América” el día 16 de agosto de 1920. Y según explica el colofón, escrito por la impresora en la última página del libro: “[…] estando el autor preso en “El Homenaje” de la Ciudad de Santo Domingo”. El libro consta de 118 páginas, 112 de ellas marcadas con números al pie de página. Cada poema es dedicado a algún amigo o personalidad de la época. De hecho, Fiallo da inicio al libro con una dedicatoria a Rubén Darío que reza de la siguiente manera: “A Rubén Darío, mi siempre noble y grande amigo a través de la vida y a través de la muerte” (p.3). El trato y reconocimiento mutuo entre Darío y Fiallo denota la sincera y estrecha amistad que los unía. Seguramente, una verdadera hermandad entre almas con los mismos intereses que tienen la suerte de encontrarse, conocerse e intercambiar ideas y pasiones por el arte de la palabra, la poética, la estética, el amor a la patria…

Nota:
Este texto forma parte del prólogo del libro Canciones de la tarde de Fabio Fiallo, perteneciente a la colección Clásicos Dominicanos del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, Serie III, Poesía.