Capotillo.- La Calle 42 del emblemático barrio de Capotillo, en el Distrito Nacional, amaneció ayer virtualmente ocupada por miembros de la Policía Nacional y el Ejército, luego de que dirigentes comunitarios solicitaran su intervención debido a los constantes desórdenes y teteos, que se extienden hasta las ocho de la mañana del día siguiente y hasta más allá.
Según el dirigente comunitario Rador de la Cruz el sector se salió de control desde los tiempos de la pandemia de covid-19, situación que atribuye un patrullaje policial tan escaso que prácticamente no existe. “Esto es tierra de nadie. Desde la pandemia las fiestas no se detienen desda la Calle 4 hasta la 42; aquí nadie duerme y necesitamos la ayuda de las autoridades para que pongan el orden y vuelva la tranquilidad”.
El clamor de los dirigentes comunitarios, que convocaron una rueda de prensa para pedir el auxilio del ministro de Interior y Policía Jesús -Chu- Vásquez, fue atendido de inmediato. Lamentablemente, al igual que otras “intervenciones” que han hecho las autoridades en el populoso sector se trata de una solución provisional, pero siguen pendientes soluciones más integrales y duraderas. ¿Pero cuándo será eso? ¿Cuándo dejará Capotillo de ser sinónimo de “barrio caliente” y peligroso, de tierra de nadie donde reina la delincuencia a pesar de que, en su mayoría, sus residentes son gente decente y trabajadora que solo aspira a vivir mejor y de manera más digna y segura?
Cuando militares y policías se vayan y Capotillo regrese a su “normalidad” esas preguntas continuarán sin respuestas, el desempleo seguirá siendo un lastre para que sus jóvenes tengan la oportunidad de salir adelante, y la delincuencia volverá a ser la dueña de sus calles. Algo que saben de sobra las autoridades con capacidad para hacer algo que cambie esa realidad, pero prefieren actuar como si no lo supieran o solo lo recordaran cuando Capotillo “se enciende” con una protesta o reclama atención por un teteo que no tiene acabadera.