Carlos Salcedo: Literatura, instrumento al servicio de los derechos

Carlos Salcedo: Literatura, instrumento al servicio de los derechos

La Academia Dominicana de la Lengua recibió el sábado 14 de diciembre de 2024 a don Carlos Ramón Salcedo Camacho como académico de número para llenar la vacante que dejara el brillante jurista y destacado poeta don Lupo Hernández Rueda desde octubre de 2017. A quien esto escribe correspondió el honor, y a la vez responsabilidad, de pronunciar las palabras de recibimiento al académico entrante.

Salcedo pronunció una enjundiosa conferencia de 16,025 palabras titulada “La literatura, instrumento al servicio de los derechos”, de la cual leyó un extracto de 6,000 palabras. El discurso ha sido un amplio paseo por el mundo de las letras, partiendo de Hernández Rueda, de quien Salcedo dice lo adoptó intelectualmente. Su recorrido ha incluido los ámbitos literarios de América y de Europa, sin obviar la fuente perpetua de sabiduría que emana de las escrituras griegas. El académico ha buscado y ha mostrado la incidencia de temas jurídicos en la creación literaria, lo cual hace de su discurso una pieza de interés y justificativa de su afiliación a la academia.

Merece destacarse la hondura de juicios y la indiscutible certeza en los casos que ilustran su exposición, respecto de los servicios que puede ofrecer el derecho a la literatura, casos que el académico Salcedo Camacho ha descrito con escrupulosidad y argumentos convincentes.

Salcedo exhibió suficientes razones para demostrar la función de la literatura como instrumento al servicio de los derechos y la relación de la profesión jurídica con el ejercicio literario, para lo cual ha citado ejemplos de abogados que ejercen el oficio de escritor y de escritores que estudiaron la carrera de leyes.

Me permito citar un párrafo de su pieza oratoria que expresa elocuentemente la tesis planteada por el nuevo académico en su disertación:

“Escribir es un gran reto. Lo haré desde la visión del derecho en la literatura, sin desmedro del aporte del derecho de la literatura y del derecho como literatura, destacando el aporte que han hecho muchos autores a través de sus obras literarias, muchas de las cuales han servido como instrumentos de denuncia de las patologías, miserias e injusticias en los procesos penales, especialmente en perjuicio de los imputados o simplemente como un conflicto familiar, donde el padre, el Estado, el capitalismo o Dios, bien pueden ser considerados como tribunales injustos, lo que constituye un reclamo y contribución determinantes en favor de un sistema judicial y normativo que garantice un juicio formal, humano y justo”.

Salcedo destaca que, desde hace largo tiempo, la cercanía entre literatos y juristas es constante. Algunas veces es de aprendizaje común: como en los tiempos en que Shakespeare escribía obras de teatro con contenido jurídico para representarlas en el lugar donde los juristas ingleses de la época se preparaban para su trabajo. Estima que son muchos los profesionales y los profesores de Derecho que, desde hace mucho tiempo, se alimentan de la literatura.

También ha puesto en claro que la literatura ha servido para describir estados de cosa ilegal, ilícito, inconstitucional, abusivo, arbitrario y ajeno a la dignidad humana, al cumplimiento de las normas de la civilidad en un Estado constitucional y democrático de derecho, cuyas barreras deben ser superadas por la lucha combinada del pensamiento y la acción política y ciudadana como por la literatura.

Una anécdota incluida en el discurso de Salcedo podría definir una perfecta interrelación entre derecho y literatura. Es la siguiente: un joven que cursaba el tercer año de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, andaba muy desilusionado. Fue así como se acercó a su guía, el profesor Manuel Pedroso, a quien le dijo: “Maestro, mi vocación es literaria, no jurídica, yo leo el Código penal y no entiendo nada, voy a mis clases de derecho mercantil y entiendo menos”. Entonces, Pedroso le contestó:

“Carlos, no te preocupes, es muy sencillo, si tú quieres entender el derecho penal lee a Dostoievski y si quieres entender el derecho mercantil lee a Tolstói”. El estudiante se llamaba Carlos Fuentes, quien más tarde sobresaldría como un notable escritor de la lengua española.

Cuando leamos el discurso de Salcedo, en la versión completa, quedaremos convencidos de que el derecho en la literatura ha sido una constante a lo largo de la historia. La literatura ha sido una fuente inagotable de producción de narraciones, ensayos y obras en general que pellizcan, describen, destacan y profundizan materiales jurídicos en lo concerniente a la propiedad, la familia, la organización estatal y los procesos judiciales y sus miserias. Han servido de faro de luz para ver y muchas veces desnudar la realidad oprobiosa y abusiva de la estructura judicial y estatal que muchas veces, en lugar de contener normativamente al Estado y sus instituciones, sirven de instrumentos para limitar y cercenar los derechos de los ciudadanos en un Estado constitucional de derecho.

El discurso presentado por don Carlos Ramón Salcedo Camacho ha dejado establecido que es imposible implantar límites a la lengua para el tratamiento de los temas. Nada que incumba al ser humano será ajeno para la lengua. Por eso, es parte de la filosofía de las academias de nuestra lengua la interacción de sujetos formados en distintas disciplinas para la adecuada elaboración del Diccionario y demás documentos académicos. La amplitud de miras exhibida en su exposición y la minuciosidad con la que examina los problemas del discurso planteados a través de obras literarias, hacen pensar que Carlos Salcedo atesora un valioso potencial para servir como académico de la lengua. Por designación de la Junta Directiva, gustosamente le he dado la bienvenida a la Academia y me permití hacerle saber que aquí podrá ejercer el privilegio de trabajar por la promoción de la literatura dominicana y por el perfeccionamiento de nuestro idioma castellano.

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