En la República Dominicana, se ha observado un incremento en el número de casos, especialmente en provincias como Azua y San Juan, donde la alta demanda de mano de obra migrante en actividades agrícolas ha aumentado el riesgo de transmisión. En lo que va de año se registran 872 casos confirmados.
La información la suministró la Dirección General de Epidemiología, una dependencia del Ministerio de Salud, quien asegura en su reporte de la semana 42 que esta dinámica se asocia a los altos flujos migratorios y la movilidad de migrantes que llegan al país para trabajar por períodos cortos. Un foco de malaria son los casos que ocurren en una zona delimitada y circunscrita situada en un área que actual o anteriormente era malárica y que presenta las condiciones epidemiológicas y ecológicas necesarias para la transmisión de la enfermedad. Un foco activo es donde se han detectado casos autóctonos durante el año calendario en curso. El residual inactivo es aquel en el cual el último caso autóctono se detectó en el año calendario anterior o hasta tres años antes, y el eliminado es el foco sin casos autóctonos por tres años o más, dice el Ministerio de Salud.
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Eliminación
Las estrategias e iniciativas para la eliminación de la malaria tiene como propósito transformar los focos activos de malaria en focos eliminados e ir consolidando los territorios libres de transmisión.
Se busca que las comunidades tengan acceso al diagnóstico y al tratamiento en el menor tiempo posible y que, ante la detección de cada caso, se emprendan acciones para detectar casos nuevos. De igual manera, garantizar que la población en riesgo tenga acceso a las medidas de control de vectores como mosquiteros tratados con insecticidas y rociado residual intradomiciliario. Dentro de las intervenciones necesarias están la detección activa de casos en los centros de salud y detección proactiva.