Voluntarios y trabajadores del gobierno en Shanghái erigieron barreras de metal en varios distritos para cerrar el paso a las calles pequeñas y las entradas a los complejos de apartamentos, mientras China endurece sus medidas contra el coronavirus pese a las quejas de los residentes.
En Pudong, el distrito financiero de la ciudad, se colocaron delgadas vallas de metal o de malla en varios vecindarios bajo directiva del gobierno local, según Caixin, medio de comunicación empresarial.
Los edificios donde se han encontrado casos sellaron sus entradas principales y dejaron solo una pequeña abertura para que pasen los trabajadores de prevención de pandemias.
En Beijing, las autoridades anunciaron pruebas masivas a partir del lunes en el distrito de Chaoyang, hogar de más de 3 millones de habitantes.
El anuncio provocó compras de pánico ayer por la noche. Las verduras, huevos, salsa de soya y otros artículos se agotaron de estantes de supermercados.
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Un nuevo brote ha infectado al menos a 41 personas, incluidas 26 en el distrito de Chaoyang, informó la emisora estatal CGTN.
China informó ayer 21,796 nuevas infecciones de COVID-19 transmitidas por la comunidad, y la gran mayoría fueron casos asintomáticos en Shanghái.
En todo el país, muchas ciudades y provincias han impuesto algún tipo de confinamiento. El último brote, impulsado por la contagiosa variante ómicron, se ha extendido por todo el país, pero particularmente en Shanghái.
Este centro financiero de 25 millones de habitantes ha reportado miles casos, pero menos de 100 muertes desde que comenzó el brote hace casi 2 meses.
En Shanghái, autoridades informaron 39 nuevas muertes, elevando cifra oficial muertes a 4,725.