Un competidor, un contrincante, no es precisamente un “enemigo”, este te quiere destruir, dominarte, humillarte. Un contrincante, según el diccionario, busca ganar algo en competencia con otros, pero puede ser amigable, no es un enemigo. China ha resultado un extraordinario competidor económico exitoso y, desde entonces, solo por eso, sectores radicales en ambas riveras del Atlántico la definen como “adversario sistémico”. Un adversario sí puede resultar “enemigo”.
China no amenaza la seguridad ni integridad de ninguna de las potencias que la dibujan como “enemiga”. No tiene bases en el exterior y su flota, la más grande del mundo según el Pentágono, no se desplaza por otros mares ni inmediaciones de Europa o Norteamérica. Aunque obviamente debe tener intereses de seguridad globales sus objetivos inmediatos y prioritarios de defensa los concentra en su vasta costa asiática donde, efectivamente, enfrenta amenazas. Países que dicen ver a China como adversario están cubiertos de bases estadounidenses. La China “no amiga” está rodeada de bases militares: Japón tiene 120 bases activas de EE. UU, Corea del Sur 73, además, la Base Conjunta de Pine Gap en Australia, la de la Fuerza Aérea de Diego García y todo el despliegue en Guam.
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El nuevo gobierno de Filipinas, involucrado en provocaciones navales, ha instalado misiles estadounidenses. ¿Hacia dónde apuntan? Si China, saliéndose de su habitual paciencia y prudencia, anunciase el despliegue defensivo de misiles apuntando a Filipinas, no lo duden, denunciarían a China por una disposición “agresiva”; cuando un avión militar australiano, a cientos de kilómetros de sus costas, se acerca al espacio de seguridad chino y un avión despega para hacerlo salir del espacio de seguridad chino, este actuó de forma “provocativa y poco profesional”.
Por decenios EE. UU. actuó sin contrapeso en el mundo y ahora acusan a China de querer dominar el mundo. Ciertamente, la nueva realidad geopolítica muestra que ya Washington no puede dominar a su antojo, pero Beijing tampoco podrá dominar hegemónicamente porque EE. UU. siempre seguirá siendo una gran potencia militar económica y tecnológica.
China es líder comercial y en desarrollo científico, tiene el mercado interno más grande del mundo y la gran mayoría de naciones del universo se le acercan aprovechando una política mas consecuente con el Sur Global. Si China y EE, UU. cooperasen, compitiendo, el planeta seria otro y el futuro, ciertamente, luminoso. Ambos, y todos los demás, debieran construir una comunidad universal. ¿Un sueño?