México
EFE
Un “embudo”, así es descrita estos días la ciudad mexicana de Tijuana, en la que cientos de migrantes haitianos permanecen varados a la espera de pasar la frontera hacia EE.UU. para buscar una nueva vida, una vez acabadas las oportunidades en la tierra que les dio acogida, Brasil.
Después del terremoto que asoló Haití en 2010, miles de personas encontraron en Brasil un refugio, cuando el Gobierno del país latinoamericano ofreció visados a los afectados por razones humanitarias.
El Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 dieron oportunidades para que muchos haitianos pudieran desempeñarse en el mundo de la construcción; otros, con un dominio básico del portugués, trabajaron en restaurantes o en la limpieza. Algunos de ellos tuvieron hijos durante su estancia. Pero una vez que los eventos deportivos quedaron atrás y la crisis golpeó Brasil, los haitianos volvieron a toparse con el desempleo y el hambre. Su mirada se dirigió a Estados Unidos, y ahora, a menos de una hora de su nuevo sueño, el viaje de muchos ha quedado estancado en Tijuana, en el noroccidental estado de Baja California. Joseph permaneció tres años en Brasil y, tras un viaje por Latinoamérica con unos compañeros, llegó a México, donde lleva un mes. Espera a que llegue el 30 de septiembre, fecha en la que, si todo va bien, podrá pasar la frontera. “Vine buscando la vida, a ver si voy a poder ayudar a mi padre, a mi madre”, dijo a Efe este haitiano defendiéndose en español, idioma en el que tiene conocimientos básicos, al igual que en portugués y en inglés. Dice que escapó de Haití porque su familia es pobre y que además tiene cuatro hijos.
El registro en su albergue afirma que es del Congo, aunque no es cierto; decir ser originario del país africano es una estrategia que usa un alto porcentaje de los haitianos en México, porque piensan que así tendrán menos dificultades con las autoridades migratorias.