La economía circular se ha convertido en un término reconocido en los últimos años, un sistema que ha llegado también al mundo de la cocina. Cada vez más empresas, chefs, productores agrícolas y familias se apuntan al auge de reducir, reutilizar y reciclar.
Esta tendencia surge para darle respuesta al desperdicio de comida, un problema de orden mundial. Y es que según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en todo el planeta de desechan cada año 2.500 millones de toneladas. Todo esto significa que casi el 40% de la comida que se produce acaba en la basura o yéndose por el fregadero.
Por ello, el objetivo de la gastronomía circular es evitar que los alimentos acaben en el contenedor aplicando los principios de la economía circular, que se sustenta en los siguientes pilares:
Aprovechamiento de los alimentos que rechaza el mercado (aspecto feo, punto de maduración alto, picadas de gusano, golpes…). En todos estos casos son óptimos para el consumo, pero todavía prima el aspecto estético.
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Consumir productos locales, esto no solo permite reducir las emisiones, también evitar que los alimentos viajen muchos kilómetros, algunos se estropean por el camino y no se comercializan provocando un derroche.
Desarrollo de técnicas de conservación de los alimentos, tanto en la despensa como en la nevera.
Reaprovechamiento de las comidas. Creación de nuevos platos utilizando las sobras de comidas anteriores e inventar recetas a partir de los alimentos que están a punto de caducar en la nevera.
Este modelo de cocina necesita la voluntad de varios elementos:
Agricultores
Un modelo de cocina que implica a los pequeños productores que nutren la despensa local y que ponen en valor el producto de temporada.
Los chefs
A los cocineros que trabajan codo con codo con su entorno para recuperar productos de cocina olvidados o despreciados por la estandarización del consumo.
Consumidores
A los clientes que premian el esfuerzo del sector y que pagan convencidos por una cocina que también respeta al medio ambiente y que no esquilme la tierra y los mares. En definitiva, cuidar la naturaleza que permite cuidarnos a nosotros mismos y empezar a comprender el daño que ya ha sido infligido por nuestros desastrosos hábitos de consumo.
Ventajas
En definitiva, aplicar los criterios de la economía circular a la gastronomía permite recuperar una cocina tradicional, de aprovechamiento, y que no se derroche ningún alimento. Para que esto sea posible, los expertos explican que es muy importante planificar las comidas y las compras, en vez de ir al supermercado sin una idea clara de lo que se cocinará e ir escogiendo alimentos al azar. Esto facilita que después no se usen y se echen a perder.