Los roles de género tradicionales, la carga de trabajo no remunerado y la violencia de género, se presentan como obstáculos significativos para la plena participación de las mujeres en el desarrollo sostenible de sus comunidades, además de aumentar su vulnerabilidad frente a los efectos adversos del cambio climático con respecto a los hombres.
Estos obstáculos fueron identificados en el proyecto Comunidades Caribeñas Resilientes (CCR), que se implementa en territorios de República Dominicana, Haití y Cuba.
A través de un diagnóstico participativo se determinó que el 76% de las personas encuestadas cree que los hombres son mejores en la toma de decisiones, mientras que el 72% considera que las mujeres tienen mayor capacidad para el cuidado y la crianza de los hijos, debido a su “instinto maternal”.
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Además, el diagnóstico muestra que la carga de trabajo no remunerado recae mayoritariamente sobre las mujeres, quienes dedican cuatro veces más tiempo a tareas domésticas y de cuidado que los hombre, situación que limita sus oportunidades de desarrollo personal, económico y refuerza su dependencia de los ingresos generados por sus parejas.
Expone que la falta de autonomía económica se convierte en un factor que perpetúa ciclos de pobreza y dificulta la prevención y denuncia de la violencia de género. De hecho, el 56% de las personas entrevistadas confirmó la existencia de violencia de género en sus comunidades, incluyendo verbal, psicológica y física, y la ausencia de un acceso claro a canales de apoyo o protección.
“Estos resultados destacan las barreras culturales que limitan el acceso de las mujeres a decisiones y recursos productivos, lo que obstaculiza su plena participación en actividades comunitarias y económicas”, indica Lucero Mateo, especialista en comunicaciones del CCR.
Oportunidades
Frente a estos desafíos, el proyecto CCR ha identificado varias oportunidades para promover un cambio estructural. Una de las estrategias más prometedoras ha sido la integración de las mujeres en actividades productivas que tradicionalmente han sido dominadas por hombres, como la restauración de suelos y la agroforestería.
Mateo expone que, a través de esas actividades, las mujeres no solo desarrollan nuevas habilidades, sino, que, también comienzan a ocupar roles que desafían las normas de género tradicionales, lo que genera cambios significativos en las dinámicas familiares y comunitarias.
Cita que otra oportunidad clave s el fortalecimiento de la educación y sensibilización sobre género en todos los niveles del proyecto, lo cual se realiza a través de talleres y capacitaciones.
Retos
Mateo subraya que uno de los mayores retos es garantizar que las mujeres tengan acceso real a recursos y oportunidades que les permitan alcanzar una autonomía económica y una participación equitativa en la toma de decisiones.
A propósito de que el pasado lunes se conmemoró el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, el proyecto CCR reafirmó su compromiso con la creación de comunidades caribeñas resilientes, conviviendo bajo condiciones inclusivas y justas.