Claves para evitar la desaparición de personas

Claves para evitar la desaparición de personas

José Miguel Gómez

Hay que ponerse en la piel y en las vísceras de los familiares de las personas desaparecidas, para poder entender el dolor, el sufrimiento y la desesperación que se viven día tras día y horas tras horas.

Tan solo con 48 horas de que una persona no aparezca o pierda el contacto con familiares, amigos, vecinos o escuela, se consideran o se aceptan la condición de la desaparición. Inmediatamente, se activa la búsqueda de la familia por hospitales, destacamentos policiales, parques, zonas del mar, cañadas, casas de amigos y lugares de contacto del desaparecido. Pero también, se activan los organismos de la seguridad del Estado: policía, ministerio público, defensa civil, bomberos y socorristas. Además, siempre acompañan a los familiares, amigos, vecinos, iglesias, compañeros de trabajos, y la sociedad impactada y solidaria. Durante la búsqueda, se vive el dolor, el sufrimiento, nerviosismo y desesperanza; pero también, la sensación de culpa o negación, la impotencia y ansiedad día tras día.

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La desaparición de personas envejecientes se debe a las enfermedades neurodegenerativas, donde hay pérdida de las funciones ejecutivas: memoria, atención, lenguaje, orientación, asociación de ideas, discriminación, localización, entre otras. Es de ahí que, muchas personas con demencias o tumores cerebrales, se pierden debido a la desorientación, confusión y deambulación.

Sin embargo, algunos adultos desaparecidos, padecen de alcoholismo crónico, dependencia de drogas, epilepsia, o viven en la calle o deambulando sin propósito siendo los más vulnerables.

Cuando se trata de jóvenes, las desapariciones son por: violencia social, accidentes, homicidios, secuestros, bandolerismo, sicariato, etc. Según estudios, reportados de otros países. Las desapariciones de niños y adolescentes se deben al abuso sexual, violaciones, prostitución, maltratos y secuestros, donde siempre hay adultos involucrados, psicópatas y sociópatas. El impacto psicoemocional en las familias de los desaparecidos va desde los trastornos del sueño, ataques de ansiedad, estrés postraumático, depresión, enfermedades psico-somáticas y dolor crónico. Los daños psicológicos: miedo, desesperanza, sentimientos de culpa y nerviosismo. La prevención ante las desapariciones son las mejores medidas a tomar: cuidar y fiscalizar los envejecientes, los niños y adolescentes; los jóvenes y adultos deben estar conectados en redes en comunicación con los familiares y amigos sanos. Siempre hay que tener cuidado con grupos de alto riesgo, así como lugares peligrosos, sitios con poca iluminación, sobre todo, no aislarse de los grupos cuando se sale en actividades de masas. Debemos aprender a decir dónde vamos, con quién salimos, y si nos movemos de lugar, dar la información hacia dónde nos dirigimos. Siempre es mejor prevenir, evitar o medir los riesgos y pensar en las consecuencias de los que nos pueda pasar. ¿Cómo trabajar el acompañamiento a los familiares de los desaparecidos? Desde los propios organismos de seguridad, se deben tener psicólogos para empezar a trabajar el duelo y sufrimiento, y hacer la referencia a psiquiatra y programa de autoayuda en la parte existencial y espiritual. El acompañamiento también lo pueden dar: vecinos, amigos, iglesia y escuela, para mostrar solidaridad, altruismo, reciprocidad, gratitud, el merecimiento y la compasión. Los traumas y el duelo van a durar más tiempo, en la medida que la desaparición dure meses o años. Entonces, trabajar la resignación, la aceptación y el dolor. Siempre hay que continuar con esperanza, vivir y luchar con fortaleza emocional y espiritual.