La solución definitiva que hará que el comercio se libere de esa carga es que en el país se propicie una mayor competencia en el mercado de servicios de pago
Por: Mario Méndez
Iván de Jesús García se ha quejado de que las compañías adquirentes (entidades que a través de soluciones electrónicas procesan pagos realizados con instrumentos electrónicos, en nombre de sus establecimientos afiliados) cobran al comercio hasta un 5 por ciento de comisión por transacción hecha con tarjeta de crédito o de débito, en contrastaste con la tasa más baja que, según él, cobran a las grandes cadenas y a la de 2% en promedio que se cobra en América Latina y el Caribe.
En su queja hay implícita una imploración a las autoridades para que intervengan.
La pregunta es cómo hacer que esas comisiones bajen.
La opción de que la autoridad imponga los precios de ese servicio no parece viable, pues se sabe que las intervenciones para fijar precios en el sistema financiero no son deseadas y chocan con los principios medulares de nuestro ordenamiento legal.
Esto no descarta que autoridades y compañías adquirentes se reúnan y puedan ponerse de acuerdo para buscar un aligeramiento de la carga para el comercio.
Las autoridades pudieran argumentar, por ejemplo, que la reducción de costos que implica la utilización de nueva tecnología por parte de las empresas adquirentes no ha sido trasladada en la justa medida a los usuarios de sus servicios.
Pero la solución definitiva que hará que el comercio se libere de esa carga es que en el país se propicie una mayor competencia en el mercado de servicios de pago, con la entrada de nuevos actores, y que se profundice en la transformación de los sistemas de pagos con el uso de tecnologías de nueva generación que conduzcan una reducción de los cobros por servicios cobrados, entre las cuales estarían las monedas virtuales.
En cuanto a la competencia, uno de los cambios más profundos en América Latina de los últimos años ha sido la apertura del mercado de adquirencia (a través de la llamada multi-adquirencia), es decir, la posibilidad de que muchos más jugadores ofrezcan a comercios y empresas sus servicios para procesar transacciones con tarjetas y otros medios digitales de pago, independientemente de las marcas. La República Dominicana está dando sus pininos.
Ya en algunos países, como Brasil, Chile, Argentina, Colombia y Perú, está dejando atrás la época en que solo un puñado de adquirentes dominaba el mercado, sin una competencia que estimulara a las adquirentes a innovar y abaratar sus servicios para los comercios, de manera que nadie sienta motivación a preferir el efectivo, con todos los riesgos que esto implica.
Otra opción para bajar el costo en el procesamiento de pagos es el crecimiento del uso de criptomonedas, que ofrecen menor comisión y una mayor velocidad, ya que eliminan a los intermediarios y las regulaciones que cobran tasas y retrasan las transacciones.
Pero las criptos deben superar los primeros tropiezos propios de un sistema incipiente y crecer en confianza.
Una vez el Banco Central haya creado su moneda digital y se llene el vacío legal de las criptos en el país, la suerte de este medio de pagos cambiará y también contribuirá a bajar los costos por servicios en el sistema de pagos.
Es de esperarse que cuando este proceso madure, Iván de Jesús García deje de tener motivo para salir en defensa de su conglomerado, lacerado en sus finanzas por la alta comisión que pagan por adquirencia.