Se han escrito ríos de tintas sobre humanización y sobre el cerebro. Textos como: cerebro feliz, la felicidad del cerebro, el cerebro que fluye; hasta contextualizar sobre el cerebro de la maldad, el cerebro de la venganza o el cerebro del psicópata etc.
Hoy prefiero reflexionar sobre la unión del cerebro y las buenas acciones sociales, como la humanización de las sociedades y de las personas. Vivimos expuesto en un mundo de guerra, de confrontaciones, exclusiones, hedonismo, individualista y deshumanizado.
Siglos atrás, se invirtió y se priorizaron las humanidades para darle la riqueza espiritual a las sociedades y las personas. Fue a través de las humanidades que tuvimos literatura, pintura, arte y cultura que sirvieron para engrandecer la vida, para fortalecer el espíritu y hacer más libres y más felices a las personas.
Sin embargo, llevamos varias décadas desenfocados en occidente, donde las prioridades son: invertir en lo material, en la tecnología, el consumo, la economía de servicio, en la belleza, el confort y en todo lo desechable.
La metacognición, plantea llegar a conocerse uno mismo o buscar la autorrealización a través de las buenas acciones humanista como son: altruismo, solidaridad, reciprocidad, bondad, compañerismo, compromiso social, identidad colectiva, valores y espiritualidad.
Esas acciones humanizadas formaron en el cerebro sistema de creencias, emociones, sentimientos, afectividad y comportamientos que se desarrollaron en la corteza prefrontal, sistema límbico e hipotálamo, quedando almacenada en la memoria, siendo resonante para el que vive de las buenas prácticas y se preocupa por el bienestar de los demás.
El cerebro humanizado fue un proceso de evolución y aprendizaje social y cultural que se modificó a través del desarrollo de la corteza frontal.
A demás, recordar que quien cambia al cerebro es la cultura y que las buenas prácticas de vida, las actitudes emocionales positivas y las conductas basadas en no dañar o reproducir las emociones resonantes solo se pueden lograr con un cerebro humanizado.
La posmodernidad ha centrado su norte en el cuerpo, la belleza, el dinero, la vida hedonista, individualista, de venganza, el sacrificio, el pragmatismo, el neofilismo (consumir todo lo nuevo sin discriminación de los para qué).
La conquista de la autorrealización social y personal solo se construye y se realiza en una vida plena a través de la humanización del cerebro. Para construir una familia sana, una dinámica marital sana y funcional, una relación de amistades significativa, una construcción social de servicios y de trascendencia colectiva es con un cerebro conectado y humanizado.
Como psiquiatra reconozco que a los psicópatas, narcisistas, maquiavélicos y los trastornos límites de personalidad se les hace difícil humanizar su cerebro, no logran reconectar con actividades emocionales positivas, dadas las huellas, traumas y abandono a los que fueron sometidos en sus crianzas.
La psicoterapia, la medicación y la resiliencia son los que permiten humanizar a un cerebro dañado.
El cerebro empieza a humanizarse con la crianza positiva y sana. Pero también, cuando empiezas a construir personalmente la autorrealización a través de actitudes emocionales positiva: bondad, reciprocidad, empatía, autocompasión, merecimiento y amor.
El cerebro que se enfoca en lo material, el placer, la autosatisfacción y la búsqueda de la recompensa; sencillamente, aumentan su vulnerabilidad en las adicciones y la ansiedad.
Por un mundo mejor, una mejor sociedad y para llegar a ser mejores personas debemos humanizar al cerebro.