El mundo financiero descubrió qué hacer para que las personas gasten más, ahorren menos y le aporten mayores beneficios: aplicaron las fórmula del dinero plástico, promoviendo préstamos, uniéndose al comercio, caminado junto a la publicidad, enseñando a las personas a tener en cuenta sus finanzas pero consumirla en el presente. Los ofertadores del comercio buscaron fórmulas de solución a través de las comidas rápidas, oferta para la casa, días especiales de precios, bono y cupones para ir a hoteles y restaurantes, en fin, estimular al cliente a consumir de forma seductora, compulsiva y autograficante.
Pero quien enseña o entrena de forma masiva a las parejas a vivir con la otra persona; a tener que lidiar con la familia de su pareja, con el trabajo, los amigos, la religión, ideología, los hábitos, con el sistema de creencia, los valores o las formas de percibir la vida y de expresar las emociones. Es evidente que para vivir con otra persona hay que desarrollar habilidades, madurez, tolerancia, comunicación, flexibilidad, negociación, perdonar, aprender a ceder, pero sobre todo realizar contratos o acuerdos consensuados antes y después de una crisis. El aumento de los conflictos en las parejas ha reproducido insatisfacción en la vida marital, en áreas como son: las comunicación, la economía, los celos, infidelidades, el sexo, el maltrato emocional y psicológico, la violencia, las interferencias de terceras personas en las parejas, las redes sociales, por los espacios, las actitudes emocionales negativas, el mal carácter la radicalización e inflexibilidad para escuchar las diferencias, la intolerancia y la inmadurez para aceptar el disenso de las parejas etc. Cada una de estas temáticas son áreas de conflictos en miles de parejas que al no saber cómo resolverlo terminan desgastándose, decepcionados o insatisfechos, y cuando no, planteándose el divorcio.
Esa convivencia se asume de forma armonizada o complementada a través de los rasgos de personalidad de cada uno, pero también, de su madurez, de su inteligencia emocional y social en buscar soluciones para aportar al cambio se su personalidad que se reflejen en su vida y en la vida de su pareja de forma positiva, sana, oxigenante y nutriente, a través de las actitudes emocionales positivas: amor, compasión, solidaridad, altruismo, perdón, tolerancia, del buen trato, del autocuidado y del merecimiento para ambos, pero sobre todo, de un proyecto para la felicidad y la paz.
En la vida posmoderna se le ha tenido que buscar soluciones o viabilidad para que las personas se sientan confortadas, seducidas, satisfechas, narcisistas y validadas, egocéntricas, y que funcionen bajo las reglas de la economía, las finanzas, el consumo, las redes sociales y de la conquista del placer. Sin embargo, las personas no han sabido de forma inteligente comprender o gerenciar su vida en función de sus propios propósitos de vida, de sus objetivos y prioridades; en madurar y crecer para vivir en armonía con su interior y su exterior, con su entorno, con la familia, la pareja, en el trabajo, como el nuevo ciudadano que se empodera para ser responsable con lo que le afecta ahora y para el futuro.
El desafío es que las personas se muevan de forma individualizada, egoísta, sin identidad, sin apego, sin sentido de pertenencia para que apuesten a una felicidad desde su cuerpo, su placer, su vanidad, entretenimiento y la distracción del mercado. Es decir, el aprendizaje es soltar o abandonar, debido a que nada es para siempre; lo duradero no funciona y está de moda lo desechable. Son reforzamientos que van condicionando el sistema de creencia de las personas, su estilo de vida, su percepción y su tablero emocional.
Los conflictos de pareja tienen soluciones creciendo como persona, madurando y desarrollando las inteligencias, las habilidades y las actitudes emocionales, no es cambiando al otro (a), es cultivando la tolerancia, la comunicación asertiva, la cultura del buen trato, del autocuidado y el merecimiento en la vida para dos. Para hacerla extensiva a la familia, a los amigos, con calidad y calidez en los vínculos y el apego. Las parejas deben aprender a madurar o comprender el mundo, la sociedad y los nuevos conflictos que le afectan en el presente y para el futuro, un poco más que las finanzas y el comercio.