Proyecciones de orden monetario anuncian que cuando suenen las doce campanadas que cierran el año 2022, estaría llegando el último centavo de los diez mil millones de dólares en remesas, o quizás más, que la diáspora dominicana habrá inyectado en doce meses a la economía del país que dejaron atrás para constituir comunidades de ultramar que no cesan de crecer.
Es así como República Dominicana capta un sobresaliente aporte a su macroeconomía que se deriva del desmembramiento poblacional que de continuo se manifiesta en flujos de viajeros hacia otras playas por frustraciones del mismo orden: el dominicano común quiere mayores ingresos y augurios de prosperidad en vez de la oscura perspectiva de quedarse sin empleo y mal protegido por instituciones que deben proveer auxilios sociales incluyendo un retiro digno.
El destierro, controversialmente, lo convierte en agente de la estabilidad y el crecimiento deshaciéndose de una parte de la liquidez mensual que con esfuerzos de distintas índoles obtiene lejos de donde nació y se hicieron grandes sus insatisfacciones.
Sin el aumento de transferencias en monedas duras que el denominado dominicano ausente hace posible, no habría balanza de pagos que resistiera la voracidad importadora del país.
Siendo el 49% de los habitantes de esta parte de la isla Hispaniola la que sigue prefiriendo residir en el exterior, según encuestas de estos tiempos que incluyen una aplicada por la firma Gallup, la suma de conciudadanos asentados fuera de su patria superaría pronto los dos millones, según cálculos conservadores que sitúan en un 12% el porcentaje de la población total radicada en el exterior.
La realidad numérica de la diáspora criolla lanzada hacia una diversidad de destinos en el mundo sería difícil de establecer porque la primera obligación de muchos emigrantes recelosos, que odiarían una vuelta atrás en sus planes a futuro, es pasar desapercibido.
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Herencia Criolla
Se excluye del pronóstico de orden demográfico a la descendencia de quienes se instalaron en Estados Unidos sexualmente activos desde el comienzo de la etapa post trujillista y nuclearon su vida familiar y la multiplicación de la especie afincándose en la lengua castellana y en valores culturales y costumbres de la dominicanidad.
Muchos vástagos de los exiliados económicos optan por considerarse parte de la nación originaria de sus procreadores, como ocurre con notables jugadores del béisbol y otros no pocos triunfadores que aparecen en funciones públicas y privadas de alto nivel incluyendo la significativa burocracia mayor de Washington.
Lo subrepticio de muchas de las huidas de esta realidad, que implica riesgos para la vida y puede llevarlos al desasosiego de las marginaciones urbanas por falta de documentación lejos del lar nativo, conduce probablemente a un subregistro que impide conocer cabalmente los detalles sociales y de dispersión por el planeta de un segmento de la nación en el marco del fenómeno migratorio.
Vale suponer que las condiciones locales que mueven masivamente hacia al propósito de extrañarse del ámbito nacional pesan más que todas las situaciones negativas que se vislumbran para la llegada de forasteros a sociedades de alto desarrollo cada vez más predispuestas contra la presencia de esos extranjeros que sueñan con integrarse a nuevas formas de vivir con desconocimiento de idiomas y obligados a someterse a restricciones desconocidas e irritantes para quienes se criaron en el trópico.
Registros favorables
Estudiado por especialistas a partir del flujo monetario que remiten con formalidad los dominicanos asentados en Estados Unidos, España y otros rincones del planeta, se calcula que el ingreso global de la gran diáspora criolla superaría los 40 mil millones de dólares anuales y los ahorros tres mil millones, unos niveles anteriores al vuelco de ayuda social con motivo de la pandemia mediante cheques asistenciales que brotaron con intensidad desde el Tesoro de Estados Unidos hacia los ciudadanos con inclusión de inmigrantes.
El Instituto Nacional de Migración y la Organización Internacional para las Migraciones (fuentes de datos creíbles) llegaron a la conclusión hace apenas cinco años de que cerca de 1,700,000 hogares dominicanos reciben envíos en dólares mensualmente procedentes de los miembros de las familias activos laboralmente allende los mares, lo que supone un elevado porcentaje de la demografía local.
Los destinatarios son en su mayoría mujeres de ingresos bajos y medianos situadas en la retaguardia de maridos y padres de sus hijos que buscaron, y encontraron fuera, diversos medios de vida y no pocas veces están entregados a esfuerzos y gastos para lograr que los seres queridos que dejaron atrás se les unan para pasar los inviernos con el auténtico calor humano que les corresponde.
Aunque las remuneraciones satisfagan sus aspiraciones de progreso, y siempre les parecería mejor estar allá (Estados Unidos) que aquí, el poco dominio del inglés es una barrera para el acceso de los inmigrantes dominicanos a los empleos de calidad y mejor pagados.
Hace tres años, un levantamiento de perfiles estableció que el 63% de los criollos allá radicados confeso sus limitaciones idiomáticas superando en proporciones a los extranjeros de otras nacionalidades.
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Notas Discordantes
El contraflujo más desconcertante es el de los regresos forzosos desde Estados Unidos de exconvictos dominicanos que en dos años (hasta septiembre del 2021) alcanzaron la cifra de ocho mil deportados, incluyendo los 400 que correspondieron al tercer trimestre del período anterior.
Los vuelos semanales con contenidos humanos repelidos por la Unión Americana por conflictos con la ley regresan a una presencia local una gama de individuos fichados tras cumplir condenas por asesinatos, falsificación de documentos, fraudes estatales, robos, asaltos, violaciones sexuales y secuestros, entre otros renglones del deshonor.
Suelen provenir de cárceles situadas en Nueva York, Miami, Boston, Los Ángeles y San Antonio Texas donde, según el corresponsal de HOY y El Nacional en el aeropuerto las Américas Diógenes Tejada donde conversa con los repatriados, cientos de dominicanos más purgan penas por un amplio espectro de delitos y que sistemáticamente llenan aviones rumbo a la República Dominicana.