Hablar de doña Dedé siempre será poco. Mujer que llevaba la mejor de las sonrisas, el escudo de la fe como armadura, y el amor a su familia como baluarte de protección.
La partida del alma de nuestra amada y admirada Mariposa sobreviviente a nuestra época de crímenes, miedo y dolor nos reafirma que tenemos la oportunidad de tomar parte de la historia, no para repetirla, si no para contarla y elevarse sobre ella.
Hablar con ella inspiraba. La nobleza de su alma y el encanto por la vida hacían que el tiempo fuera un deleite. Transmitía su fe en la vida, la esperanza y el amor. Se hizo una gran aliada de la naturaleza viva. Sus plantas, sus flores, sus frutos formaban el escenario de su reafirmación como persona libre. Sembró y cosechó a través de la historia la imagen de una mujer resiliente, superadora del dolor.
Una mujer que se empeñó más en dar que en recibir. Con visión de futuro nos enseñó la historia y la vida de las mariposas. Caminar junto a ella por sus jardines y el museo de las Mariposas motivaba al visitante a levantar la mirada y llenarse de coraje para tomar simbólicamente a las Mirabal de las manos y hacer justicia por las demás mujeres que viven bajo el terror de la violencia en sus hogares.
Verla, oírla y tocarla nos trasmitía la magia de la historia, que a pesar de ser desgarradora, nos hacía pensar en las Mariposas como emblema de amor y coraje. Sus ojos brillaban y su alma se engrandecía.
Aprendí de doña Dedé, mujer de fuerza psicológica y espíritu excelso, que nadie podía robarle la paz, la esperanza, la dignidad y el amor a ninguna mujer.
Fue y seguirá siendo el emblema de tantas mujeres. Creyó que la historia tenía que ser contada y que se conociera el vejamen sufrido, pero, para recordar a sus hermanas como heroínas y mujeres de pensamiento avanzado.
Para doña Dedé el dolor emocional nunca fue un impedimento para volar por sí misma y dar a sus descendientes la mejor de las enseñanzas, vivir sin odio ni rencor. Educó, a pesar del pasado desgarrador, a los hijos de sus hermanas con las manos fervientes del amor y fe en el futuro.
¡Vuela alto Mariposa! Eres vuelo que anida en el alma.