Consultorio De Familia

Consultorio De Familia

Soraya Lara de Mármol

Pregunta del lector:

Usted ha recomendado en varios de sus artículos que cuando tengamos problemas con la familia, con amistades o compañeros de trabajo e independientemente de cuáles sean las circunstancias, no nos centremos en buscar un culpable, sino en observar la nuestra. ¿Qué más puede aportar al respecto?

Respuesta de la terapeuta:

Este es uno de los ejercicios que más disfruto recomendar. Suelo analizarlo con la persona, asignarlo de tarea para que continúe la reflexión y luego plantear nuevas alternativas para abordarlo.

Este ejercicio permite que la persona pueda darse cuenta por sí misma sobre su involucramiento en el problema y que, aunque la persona diga que no al inicio, comienza a percatarse de que sí participa activa o pasivamente.

La participación es más fácil de detectar porque la persona pelea, llora, estrella objetos, habla alto, grita, acusa, agrede o culpa.

La respuesta pasiva, generalmente no es tomada en cuenta, sin embargo, podría ser también muy intensa emocionalmente, como por ejemplo sentir rabia interna y no expresarla, distanciarse física o emocionalmente, no responder porque se siente molesta.

Otras reacciones no expresadas verbalmente o de manera muy visible a los demás, son las de orden fisiológico como dormir mal porque se mantiene conectada al problema; dejar de comer, disminución del deseo sexual, silencio prolongado, hiperventilación y palpitaciones, entre otras.

El universo emocional es vasto y con una gama respuestas cognitivas (pensamientos), afectivas, emocionales y fisiológicas, ante las cuales se ha vivido de espaldas y sin considerar el impacto en la salud mental y física.

En el contexto de las relaciones interpersonales hay que observar los acontecimientos en un continuum: estímulo (lo que sucede), lo que se interpreta y cómo se reacciona.

Como especie humana reaccionamos a muchos estímulos y acontecimientos sin darnos cuenta y sin preguntarnos por qué determinada situación me hace reaccionar de alguna forma.

Ahora bien, hay que ser cauto, porque se podría correr el riesgo de querer desentrañar a los demás desde su propia interpretación, no de acuerdo con lo que la otra persona verdaderamente interpreta según sus experiencias internas.

Para cambiar y modificar las respuestas en ese sentido, hay que observar aquellas que son típicas, es decir, las de siempre o las de la gran mayoría de las veces y si se experimentan las mismas emociones y sentimientos.

Hay que aspirar a superarse a sí mismo.