P: ¿Cuándo el agua alcalina tiene sabor a engaño?

R: Respondo a mi amigo personal, Chiquitín, promotor del agua alcalina, quien tildara de “infausto” mi artículo publicado en esta columna, donde decía sin temor alguno, y lo reitero como Lutero, que “EL AGUA ALCALINA TIENE SABOR A ENGAÑO”, gústele o no a él, ya que no es mi verdad sino la VERDAD DE LA CIENCIA.

El potencial de hidrogeniones (pH) mide el grado de acidez o alcalinidad de una sustancia: pH 7.0 (neutro), menor de 7.0 (ácido) y mayor de 7.0 (alcalino). El pH del cuerpo varía de un órgano a otro, pero en las células es neutro y en la sangre, ligeramente alcalino (7.4). El pH del agua pura es 7.0; mientras que la alcalina tiene un valor de 8.0-9.0, lo cual se consigue mediante ionización o agregándole sales minerales al agua.

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El exceso de sal y de azúcar refinada en la dieta, los alimentos procesados, los pesticidas, el estrés y la falta de sueño contribuyen a una sobreproducción de ácidos en la sangre. A medida que envejecemos vamos perdiendo la capacidad de regular adecuadamente el pH fisiológico del cuerpo; y una dieta baja en potasio y rica en sodio puede causar una ligera acidosis metabólica perjudicial para la salud.

El agua alcalina tiene sabor a engaño cuando se promueve para alargar la vida y prevenir muchas enfermedades: osteoporosis, Alzheimer, Párkinson, diabetes, cálculos renales, enfermedades cardiovasculares y hasta el cáncer. ¡Qué aberración!

Pero si es rica en sales (electrolitos) disminuye la viscosidad de la sangre y corrige la deshidratación y el cansancio causados por la actividad física extenuante. Además, neutraliza la acidez gástrica, controlando la gastritis y las agruras; pero la acidez del estómago se necesita para destruir las bacterias y mejorar la absorción del hierro y la vitamina B12.

Lo ideal sería consumir agua alcalina del manantial, granos integrales, frutas y verduras, ¡fuentes naturales de electrolitos! “Platón es amigo mío, pero más amiga mía es la verdad” (Aristóteles).