Consultorio de Nutrición: ¿Por qué no sólo de pan vivirá el hombre?

Consultorio de Nutrición: ¿Por qué no sólo de pan vivirá el hombre?

Jimmy Barranco Ventura

P: ¿Por qué no sólo de pan vivirá el hombre?

R: El ser humano está compuesto por espíritu, alma y cuerpo que interaccionan entre sí. El cuerpo está formado por células, que reunidas forman órganos y sistemas, cuyo funcionamiento requiere de la energía vital extraída de los alimentos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades”. El alma es quienes somos, nuestra personalidad, y está compuesta por nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad. Dios nos creó con estas facultades para que lo podamos expresar.

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El espíritu es la parte más profunda de nuestro ser, y está relacionada con la esfera espiritual: nos permite contactar y recibir a Dios mismo. El ser humano no es una simple máquina procesadora de alimentos, pues cuando Dios creó al hombre “sopló aliento de vida y fue un alma viviente” (Génesis 2:7). “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Deuteronomio 8:3b). Dios le brindó a su pueblo alimento material (maná) y espiritual (su palabra). Cuando Jesús hubo ayunado en el desierto durante 40 días sintió hambre; vino el diablo a tentarle y le pidió que si era Hijo de Dios convirtiera las piedras en pan; pero Jesús lo reprende: “No sólo de pan vivirá el hombre” (Lucas 4:1-4). Cristo no podía obedecerle, utilizando su poder divino para satisfacer una necesidad material como el hambre. Sus emociones, sentimientos y necesidades estaban controlados por el Espíritu Santo que moraba en él, y no por el alma que gobierna la vida del hombre natural. Necesitamos alimento material, social y espiritual. La vida plena se halla cuando el hombre recupera, a través de Cristo, su naturaleza espiritual perdida; y llega a ser perfecto cuando cumple con el propósito para el cual fue creado: ¡adorar a Dios! El espíritu nos comunica con Dios, y el alma nos ayuda a expresarlo en todo momento y lugar.