P. Profesor, ¿Qué tenemos y que nos falta para avanzar hacia una verdadera transición ecológica de la capital dominicana y el Gran Santo Domingo?
R. A nadie hay que convencer de que la calidad de vida, la salud y el placer de vivir, comienzan por un acceso seguro a los servicios ecosistémicos que solamente la naturaleza nos puede brindar y que para satisfacer esta necesidad coexistencial de todo ser humano, la disponibilidad de espacios verdes urbanos, resulta indispensable.
La necesidad del verde, de sentir cercana a la naturaleza y percibir su presencia (sombra, aire fresco y la amenidad del paisaje), jamás la llena el confort o la comodidad del aire acondicionado, ni el lujo o la variedad de jaulas de apartamentos, la Tv o la variedad infinita de entretenimientos que la tecnología pone a nuestro alcance.
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Una cosa es la naturaleza que nos es consustancial, que nacemos con ella y nos da la sensación de vivir y otra muy distinta es la que por necesidad, tenemos que crear para habitar en la “Sociedad Consumista” creada por el mercado, para satisfacer necesidades artificiales o accesorias.
El Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y su entorno citadino inmediato (Haina y San Cristóbal principalmente), han crecido a una velocidad exponencial, hasta llegar a densidades que no soportan la presencia de un árbol, un arbusto ni mucho menos una arboleda. Ante esta realidad, dificilísimo de revertir, porque una vez tejida la trama urbana, es muy tarde para remediar, se impone dar pasos en firme hacia una transición ecológica, si queremos una ciudad sana y habitable.
La Academia de Ciencias busca alianzas estratégicas en los poderes públicos, en la sociedad organizada y en todos los que aspiramos a la remediación, a crear resiliencia y a vivir rodeados de naturaleza. ¿Cómo…? ¡Esperemos…!