Al tratar de emplearlos, muchos dicen que no los pongan en la Seguridad Social; que tienen “el Senasa del Gobierno”. Entendemos que estaríamos fuera de la ley, y nos puede dar problemas, pero es cada vez más común ¿Cuál es su opinión?
Le haré una anécdota: En 2015 el Gobierno lanzó un programa de afiliación en TSS para empleados domésticos, sin costo para el dueño de hogar (bajo el llamado “Régimen Subsidiado), y le informé a Negrita, mi doméstica que la estaríamos afiliando a TSS, a lo que contestó:
“Ay no, don Carlos, si usted me registra como empleada en la Seguridad Social, me sacan del Bono Gas y de las Bodegas y Mercados Inespre, y con eso es que yo me defiendo. Además, ya yo estoy en el Senasa, y ahí yo estoy cubierta”.
Al día de hoy, Negrita sigue con nosotros, y gracias a que no se formalizó como empleada nuestra, durante la cuarentena del 2020 quedó incluida dentro del grupo que el Gobierno calificó como “trabajadores informales, pobres y vulnerables”, quienes eran portadores de la llamada “Tarjeta de Solidaridad”.
Eso le valió para recibir RD$5,000 mensual + RD$2,000 como “jefe de hogar vulnerable”, durante la pandemia covid-19.
Ahí radica el origen de la renuencia a formalizarse. Si lo hacen, el “sistema” los identifica como detentores de un empleo fijo y formal, y automáticamente les retiran todos los subsidios del Gobierno.
En todo esto, hay algo positivo: Al estar en Senasa, aunque sea bajo el Régimen Subsidiado, ellos tienen cobertura de salud similar a la del Régimen Contributivo, que es la que aplica para quienes tienen un empleo formal. Restaría por saber si la benevolencia estatal llega al punto de ofrecerle cobertura contra riesgos laborales.