Si una ventaja tienen cifras y estadísticas es que nos permiten ver las cosas en su verdadera dimensión y tamaño, y reaccionar en consecuencia. Fue por eso que al hacerse públicas las cantidades de dinero envueltas en los casos de corrupción que se conocen en la Justicia la sociedad dominicana sufrió una conmoción, pues la mayoría ignoraba que ese problema hubiera alcanzado tales dimensiones, ni que la capacidad depredadora del peledeísmo fuera tan grande que costara trabajo encontrar el adjetivo que la describa de manera apropiada.

La exorbitante cantidad de dinero público que se llevó entre las uñas la corrupción en los gobiernos de Danilo Medina y el PLD nos ayuda a entender mejor lo que pasó, hasta dónde llegó la angurria de gente que creyó necesario resolver los problemas materiales de sus dos próximas generaciones a expensas del Presupuesto Nacional.

Pero las estadísticas también nos ayudan a entender lo que no pasó, lo que dejó de hacerse o solo se hizo a medias, y en eso puede ayudarnos la DNCD, que hace unos días informó que de enero a diciembre de este año incautó 25,318 kilogramos de droga, cantidad que el organismo antinarcóticos calificó como histórica pues nunca antes se había incautado tanta droga en ese periodo de tiempo.

Desde que tomaron posesión las nuevas autoridades empezó a notarse, por la cantidad de droga decomisada en los primeros meses, que algo había cambiado, y los primeros en darse cuenta de que ya no contaban con la misma logística y las mismas facilidades fueron los narcotraficantes.

Eso no impedirá, desde luego, que sigan utilizando a la República Dominicana como puente para distribuir cocaína y heroína hacia Europa y los Estados Unidos vía Puerto Rico.

Pero es evidente que esos 25 mil kilogramos de droga decomisada son un contundente mensaje para tratar de convencerlos de que utilizar este puente ya no es tan fácil ni tan cómodo.