Crítica de ‘Anora’ (2024) de Sean Baker

Crítica de ‘Anora’ (2024) de Sean Baker

Crítica de ‘Anora’ (2024) de Sean Baker

Por: Gustavo A. Ricart
Cineasta y crítico de arte

Sean Baker regresa con “Anora”, una película que no solo reafirma su talento para capturar la marginalidad y la humanidad de personajes al límite, sino que también presenta una historia con capas profundas de crítica social y sensibilidad emocional. A través de la vida de Ani, una trabajadora sexual en Nueva York, Baker plantea una reflexión sobre la alienación, la lucha por la dignidad y la frágil línea entre fantasía y realidad en la búsqueda de una mejor vida.

Desde el inicio, la película nos sumerge en el día a día de Ani, interpretada con una gran carga emocional por Mickey Madison. Su vida nocturna en el club, su relación distante con su hermana y la falta de conexiones reales nos muestran a un personaje que ha aprendido a sobrevivir en un mundo hostil. La historia toma un giro cuando conoce a Ivan, un joven heredero ruso con el que inicia un romance impulsivo y apasionado. Lo que parece ser un capricho juvenil se convierte en un intento desesperado por aferrarse a una nueva oportunidad de vida.

Baker, conocido por su estilo realista y su uso magistral de la luz natural, crea un contraste visual entre los escenarios dispares de la película. La frialdad de la vida nocturna de Nueva York se contrapone con la exuberancia y el desenfreno de Las Vegas, donde el sueño de Ani parece alcanzar su punto más alto antes de desplomarse. La cinematografía nos permite experimentar la sensación de embriaguez que Ani e Ivan viven durante su breve pero intensa relación, solo para devolvernos brutalmente a la realidad con encuadres cerrados y opresivos en los momentos más críticos.

Con un estilo frenético, Baker construye una película en la que habitan principalmente dos emociones: la ilusión y la rendición. Anora es un viaje desquiciante en el que la protagonista se llena de vida ante una fantasía que se va desinflando conforme la realidad toca a su puerta. A medida que la historia avanza, Ani se va revelando ante la adversidad. La máscara que ha construido para enfrentar el mundo se desdibuja poco a poco, exponiendo sus inseguridades más profundas. Es un personaje que grita, patalea y lucha, pero el mundo que la rodea insiste en silenciarla, reduciéndola a un simple entretenimiento sin voz.

Uno de los puntos más poderosos de “Anora” es su crítica a la hipocresía de las clases altas y la forma en que ciertos sectores de la sociedad tratan a las trabajadoras sexuales. La familia de Ivan representa la mirada despectiva de quienes ven a Ani solo como un objeto desechable, ignorando su humanidad y sus emociones. La presión social y el poder económico terminan imponiéndose, despojando a Ani de su sueño y obligándola a regresar a una realidad que parecía haber dejado atrás.

Es interesante notar cómo “Anora” juega con la percepción del espectador. Muchas escenas pueden parecer divertidas o incluso cómicas a primera vista, como la caótica búsqueda de Ivan o la escena en la que Ani es retenida por los empleados de su familia. Sin embargo, al observar con atención, lo que realmente sucede es profundamente perturbador. Ani es sometida, silenciada y reducida a una condición de impotencia. La película nos engaña al principio, permitiéndonos reírnos, solo para luego revelar la cruda realidad y hacernos sentir cómplices involuntarios de la deshumanización que experimenta la protagonista.

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Mickey Madison ofrece una actuación extraordinaria como Ani. Desde el instante en que aparece en pantalla, vemos a una chica confiada, persuasiva y segura de sí misma. Pero conforme avanza la historia, logra encapsular la desesperación, la angustia y la desesperanza de una mujer que, al final, ya no puede seguir ocultando su dolor. Su interpretación es tan natural y orgánica que es imposible verla como una actriz, sino como una persona real atrapada en una pesadilla.

Mark Eydelshteyn, en el papel de Ivan, es una fuerza de la naturaleza. Irradia carisma y construye un personaje que, aunque parece desesperado por ser el centro de atención, lo hace con una ingenuidad infantil que no puede ocultar. Su arco es el de un joven mimado y superficial que, al final, revela lo poco que le importaba realmente Ani. Es un personaje que fascina y frustra a partes iguales.

Igor, interpretado por Yuriy Borisov, es quizá el personaje más intrigante. A medida que la historia avanza, se convierte en el único que muestra empatía genuina por Ani, entendiendo su dolor cuando todos los demás la han reducido a un simple problema a resolver. Su relación con Ani, aunque ambigua, se siente como un reflejo de la esperanza de encontrar a alguien que la vea como un ser humano y no como un objeto.

El final de la película es uno de los momentos más impactantes. Tras todo lo que ha sufrido, Ani finalmente se permite derrumbarse en los brazos de Igor. Su llanto incontrolable es el punto culminante de una historia donde la protagonista ha intentado mostrarse fuerte en todo momento. En esta escena, Baker nos recuerda que la fortaleza no está en ocultar el dolor, sino en enfrentarlo y reconocerlo. El hecho de que Igor sea el único personaje que la abraza sin pedir nada a cambio refuerza el mensaje de que, en un mundo donde todos buscan salvar su propio pellejo, la empatía genuina sigue siendo un acto de resistencia.

“Anora” no es una historia de amor convencional ni un cuento de hadas. Es un retrato duro y a la vez profundamente humano sobre la búsqueda de significado en un mundo que constantemente deshumaniza a quienes considera inferiores. Sean Baker demuestra una vez más su capacidad para contar historias de personajes marginados con un realismo brutal pero empático, logrando que el espectador se cuestione sus propios prejuicios. Sin duda, “Anora” es una de las películas más potentes de 2024 y una obra imprescindible para aquellos que buscan cine con alma y conciencia social.

“Anora” es una película que va más allá de las expectativas y ofrece una mirada cruda y sincera sobre la vida de una mujer que lucha por encontrar su lugar en el mundo. La combinación de una narrativa poderosa, actuaciones sobresalientes y una dirección magistral hacen de esta película una obra maestra moderna. A través de Ani, Baker nos muestra la resiliencia y la vulnerabilidad de quienes viven al margen de la sociedad, y nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad. La película deja una impresión duradera, recordándonos la importancia de la empatía y la lucha por la dignidad en un mundo que a menudo es indiferente al sufrimiento ajeno.

El tratamiento visual de la película es igualmente impresionante, con una fotografía que captura tanto la frialdad de la vida urbana como la calidez de los momentos de conexión humana. Los encuadres cuidadosamente compuestos y el uso de la luz y la sombra añaden profundidad y textura a la narrativa, subrayando los estados emocionales de los personajes y las tensiones inherentes a sus interacciones.

La banda sonora también juega un papel crucial en “Anora”, complementando la atmósfera de la película y subrayando los momentos clave de la narrativa. La música varía desde sonidos etéreos y melancólicos hasta ritmos más intensos y vibrantes, reflejando la montaña rusa emocional que experimenta Ani a lo largo de su viaje. Cuándo la canción de Tatú “all the things she said” suena, esta canción no es una coincidencia. Expresa la relación entre Ivan y Ani, además de exponer parte de la vida de Ani en su letra.

La canción habla de un conflicto interno. En este caso, Ani, acostumbrada a un mundo duro y lleno de juicios se siente insegura sobre si merece el amor de Ivan. Al mismo tiempo que está determinada a luchar por él. La frase “i’m loosing my mind” encaja perfectamente en el conflicto emocional que Ani enfrenta por el rechazo de la familia de Ivan. Conflicto que la llevará de ser alguien fuerte a convertirse en alguien vulnerable al final de la película. De eso hablamos después.

En definitiva, “Anora” es una película que merece ser vista y discutida. No solo es un testimonio del talento de Sean Baker como cineasta, sino también un recordatorio de que el cine puede ser una herramienta poderosa para explorar la condición humana y confrontar las realidades sociales. A través de la historia de Ani, Baker nos desafía a mirar más allá de las apariencias y a reconocer la dignidad y el valor de cada individuo, independientemente de su origen o circunstancias. “Anora” es una experiencia cinematográfica conmovedora y provocadora que resonará en los corazones y las mentes de los espectadores mucho después de que salgan del cine.

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