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Desde mediados del siglo XIX, el petróleo y sus derivados como insumos energéticos y materia prima de un sinnúmero de productos ha tomado importante sitial en los recursos orgánicos de mayor disposición y consumo. Para el 2021, las transacciones de compra y venta de petróleo representaron cerca del 5.4% del comercio exterior, convirtiéndose en el bien más exportado durante ese año, producto de los aproximadamente 97.3 millones de barriles diarios que el planeta consume para todo tipo de actividades humanas, según la Agencia Internacional de Energía (AEI).
La producción y distribución del llamado “oro negro” ha significado el origen de conflictos bélicos, crisis económicas y distorsiones en los mercados internacionales.
Para un mejor entendimiento sobre la actual situación energética mundial que atravesamos, este trabajo corresponde a la primera de tres entregas dedicadas a analizar la importancia del petróleo en el desempeño económico, una segunda que explica las razones detrás de la actual volatilidad en sus precios y la tercera plantea qué esperar en los mercados energéticos en el mediano plazo.
En primer lugar, se debe poner en contexto la relevancia del crudo para las distintas economías del mundo.
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Este “commodity” (producto) es la fuente principal de energía mundial, representando alrededor del 33% del consumo total de la energía global, además es un recurso no renovable cuyo tamaño de mercado (producción y exploración) creciendo un promedio anual de 12.3% desde 2017. Pese a que es ampliamente demandado a nivel mundial, solamente Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudita y Canadá controlan el 51.5% de la cuota mundial del mercado petrolero.
Asimismo, tan solo China, Estados Unidos, India y Corea del Sur son responsables de importar el 52.7% del total de petróleo disponible en los mercados.
En los últimos años se han evidenciado importantes cambios en la composición de quienes han sido principales actores del mercado energético. Las mejoras en el uso de tecnologías para la extracción de crudo, como la técnica de fracturación hidráulica (fracking) en Estados Unidos a partir del 2014, han sido un ejemplo de los cambios en la distribución del poder de producción global. Aunque el fracking aumenta considerablemente la extracción de gas y petróleo por pozo, las fuertes oscilaciones de precios y el alto costo operativo de este, el cual necesita precios del crudo entre los USD 60 y 70 por barril para obtener ganancias marginales, hizo que muchas compañías no tuvieran por un tiempo incen incentivos suficientes para adentrarse a inversiones en el largo plazo. Por su parte, los países de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), pasaron de producir el 52% del crudo global en 1973 a un 40% en la actualidad.
Como veremos en la próxima entrega, el manejo del crudo como instrumento de uso geopolítico por naciones productoras y eventos acontecidos desde 2014 nos permiten tener una idea de entendimiento sobre las fuertes oscilaciones de precios de este influyente producto en la economía mundial.