La violencia es un fenómeno social y cultural cuyas raíces se sostienen en el patriarcado y la construcción de una masculinidad agresiva y autoritaria desde la niñez. En esa cultura de violencia que subsume a la mujer, ella asume un triple rol desde:
• la victimización con el sufrimiento de la violencia en su cuerpo, su estado emocional y su vida
• la reproducción de los círculos de violencia hacia sus hijos, hijas, estudiantes
• la construcción de cultura de paz.
El concepto de cultura de paz adquiere cada vez más fuerza en el ámbito regional y mundial. Tanto en el sistema de las Naciones Unidas como en la UNESCO, en múltiples instituciones y organizaciones de diferentes países se está trabajando en forjar una cultura de paz desde los sistemas educativos, la vida social y los ámbitos macro y micro-sociales.
La construcción de una cultura de paz supone la educación y promoción de: derechos humanos, equidad de género, tolerancia, justicia, democracia, igualdad, solidaridad y respeto a la diversidad en todas sus dimensiones (género, racial, de opción sexual, religiosa, de condición en discapacidad, entre otras).
Las mujeres en nuestra sociedad aportan socialmente en el fomento de dimensiones claves para la construcción de una cultura de paz. Algunas de ellas son los siguientes:
• Educación en valores. Las mujeres asumen el rol de enseñar los valores, costumbres, creencias y normas culturales en las familias.
• Sostenimiento de la Solidaridad y la cohesión social. En las comunidades rurales y urbano-marginales las mujeres son las que tejen las redes de solidaridad y apoyo en la resolución de los problemas sociales. Son las que mantienen la cohesión social en el microterritorio y el flujo de la afectividad.
• Creación de redes de afectividad y sensibilidad social. En los casos de muerte, accidente, enfermedad o situaciones de emergencia las mujeres son las que movilizan en las comunidades las acciones de apoyo afectivo y muestran sensibilidad ante los distintos problemas.
La mujer está contribuyendo a la creación de cultura de paz en nuestra sociedad, pero esta contribución entra en tensión con la situación de violencia y violación de sus derechos sociales, sexuales y reproductivos que vive.
La construcción de cultura de paz en nuestra sociedad debe ser una tarea prioritaria desde todos los organismos del Estado en sus tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) así como del sector privado empresarial y comercial. Esta construcción debe enfocarse hacia el empoderamiento de las mujeres en su rol de educadoras para la paz pero también en la ruptura de la masculinidad sostenida en la violencia y en el ejercicio de poder desde el autoritarismo y la inequidad.