Como sé que el gobierno tiene más arriba del moño el tema del Código Penal por culpa del tollo que empezó en el Senado de la República, donde fue aprobado más rápido que inmediatamente, y ahora se encuentra empantanado en la Cámara de Diputados luego de aprobarlo al vapor en primera lectura, no me extrañaría que a alguien se le ocurriera decir, y son muchos los que lo creerían, que el “adelanto” del anuncio de los miembros del gabinete es un intento por “tumbar” el molestoso tema, sacarlo de los medios o restarle relevancia.
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Si eso fuera verdad habría que responder que hace rato que ese asunto, convertido en bola de nieve, se salió del control de sus perpetradores, y no precisamente para beneficio político del presidente Luis Abinader. Y la mejor prueba es que hay gente en la política y entre los opinadores profesionales que sostienen, con la vehemencia del que tiene la verdad apretada en un puño, que el mandatario está detrás del apremio conque se quiere sancochar el Código Penal, para luego repartir la responsabilidad de su aprobación entre las distintas fuerzas políticas representadas en el llamado primer poder del Estado.
Eso libraría al ”nuevo” Congreso, del que tendrán control absoluto el gobierno y el PRM, de enredarse en la interminable discusión, que ya se prolonga por más de dos décadas, alrededor del Código Penal, lo que permitirá a sus miembros concentrarse en las reformas que el mandatario empezará a introducir, sí o sí, a partir del 16 de agosto próximo, ya que se ha tomado en serio su propósito de dejarnos un legado que lo convierta en el “presidente de las reformas”. Que lo consiga ya es otra cosa pues todavía falta mucho por andar, pero es evidente que en el camino hacia ese objetivo el Código Penal es un obstáculo. Es por eso que parece seguro que regrese, en la versión que hemos conocido como “El tollo de Genao”, a la tumba de donde fue sacado y convertido en un Frankenstein hecho de retazos de viejas y nuevas legislaciones.