La sociedad dominicana se encuentra sumergida en la etapa más vibrante de la campaña electoral. Desde ahora y hasta las elecciones de mayo todo lo que suceda en este país tendrá un matiz político, aunque su fundamento y esencia no sean para tales fines.
En tal sentido, los dominicanos esperan de sus candidatos y potenciales representantes escuchar propuestas a los diversos males que les afectan, propuestas que no se vean como las tradicionales promesas de campaña y que , al no materializarse, manchan la imagen de todo aquel que se dedica a esta carrera.
El debate de las ideas permite conocer las condiciones o capacidades de un futuro legislador o alcalde, de la misma manera que estas permiten visualizar las potencialidades de un futuro o reelecto presidente.
La campaña no puede estar basada en elementos simplemente mercadológicos y publicitarios. Esta tiene que tener carácter humano y sobre todo soluciones a los diversos sectores del electorado.
Cuando buscamos la definición de Política nos encontramos que es una rama de la moral que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es un quehacer ordenado al bien común.
Es de esta definición que las organizaciones políticas del país en especial aquellas que tuvieron durante su formación y fundamentos bases de ideas sociales y sobre todo un estudio real de la composición social dominicana como es el caso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), no puede darse el lujo de tener en su boleta candidatos a puestos de representación a personas que no logren conectar con las soluciones de los males comunes.
El debate de las ideas políticas, como la integración de los pueblos, permite una verdadera democracia y esta nunca puede ser cambiada por firmas encuestadoras o estrategias de medición.
Constitución, representación y democracia sólo pueden coincidir en el campo de la transparencia e integración colectiva