Talleres, seminarios, convenciones, tratados. Viajes, conferencias. Ir y venir. Fotografías, amistades internacionales, cabildeos. Décadas de estudios y aciertos para descubrir causas y consecuencias del patriarcado. Centros de Estudios especializados por doquier, lenguaje inclusivo, en ocasiones con desastroso resultado. Temas, subtemas y mandatos.
Decenas de deserciones, de tropiezos, malquerencias. Decenas de discordias coyunturales, propias de los intereses partidistas y ambiciones particulares, fueron asignándole características muy criollas a la militancia feminista dominicana.
El tránsito tan escabroso como fructífero permitió la promulgación de leyes, después de esfuerzos continuos, de concesiones prudentes y oportunas.
Desde la época de las sufragistas hasta hoy, el trabajo en procura de los derechos de la mujer ha sido arduo, tesonero, con resultados estupendos. Ese hacer camino al andar del Centro de Investigación para la Acción Femenina-CIPAF-, MUDE, CEMUJER, INTEC, la UASD, logró que la agenda pública, aunque solo para presumir, mencione las demandas de las mujeres.
Hoy, sin embargo, prima el parloteo agresivo y esporádico, las contradicciones con el destino del código penal, los tumbos para saber qué hacer y con quién.
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La burocratización, la cooptación, el oportunismo, la obediencia a los dictados de agencias financiadoras, pervierten un compromiso que se quedó en teoría. También se agotó con la arenga de las tres causales para permitir el aborto y la vociferante ocupación de la calle. Jornada que pudo tener mejor destino sin los decretos que desmantelaron el campamento y sin las fantasías infractoras creadas para escandalizar.
El movimiento de mujeres ha sido instrumentalizado. Busca temas en los centros de poder y descuida la cotidianidad del abuso. Escucha como chismes las agresiones a mujeres públicas y cuando no pertenecen a su redil o no intuyen posibilidades de recompensa, ignoran la agresión.
Cuando ocurrió el desfile de candidaturas “independientes” para acceder a los puestos públicos, publiqué en este espacio “Acosadores Aspirantes” – 2.11.2020-. Los acosadores se presentaban para la evaluación, tranquilos, seguros que podían y pueden resistir los embates contra su honor. Están convencidos que nada ni nadie les quitará su cetro de prohombres.
Saben lo difícil que es denunciar y mantener la denuncia, además, la conveniencia que los mantiene en sus cargos tiene poder suficiente para convertir delitos en “errores”.
Algunas de las voces que se sumaron al “me too” extranjero, renuentes a nombrar a los culpables nuestros, comentaron, luego de leer el artículo: “este no es el momento”. Y parece que nunca será el momento. El 99 % de los casos de acoso, realizado por un superior jerárquico se queda en rumores. Deshonra a quien tiene el valor de decirlo y tarde o temprano, la víctima cede.
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La denuncia presentada por dos jóvenes abogadas contra el presidente de la Cámara de Cuentas, ameritaría el respaldo de las mujeres organizadas para que se haga la investigación correspondiente. Pero parece que la indiferencia aumentará la ristra de oportunidades perdidas para demostrar solidaridad y coherencia.
Quizás temen ser afectadas por la manipulación del hecho, otro episodio desvirtuado de manera magistral. Tanto, que procede lapidar a esas infames denunciantes e iniciar marchas en defensa del honorable imputado.