Democracia y gestión de un diálogo pro reforma

Democracia y gestión de un diálogo pro reforma

La iniciativa presidencial del “diálogo de las 12 reformas” viene a poner punto final a una vieja práctica política que era, paradójicamente, una negación de la democracia. El partido que se alzaba con la victoria electoral y alcanzaba la Presidencia de la República gobernaba como si en el país no existieran más fuerzas políticas. Ni hablar de tomar en cuenta a las organizaciones profesionales, sectoriales y de la sociedad civil en general. Era una reedición tropical de cierto despotismo ilustrado, todo para el pueblo, pero sin el pueblo.


El presidente Luis Abinader ha querido que todos los sectores representativos, empezando por los partidos con presencia legislativa, participen en las discusiones y diseños de las políticas públicas trascendentes. Este proceder fortalece la democracia, fomenta la tolerancia y valora las organizaciones que sostienen el régimen democrático.

Este diario espera que esta iniciativa sea valorada y acogida en toda su dimensión por los partidos, entidades y sectores convocados y participantes. La democracia dominicana necesita que sus actores hablen y se escuchen, discutan y se respeten, y que todos aporten sus experiencias y saberes para el bienestar de la nación.


Ahora, la cuestión que ocupa la atención es ¿cómo abordar, cómo gestionar un portafolio de 12 reformas de tanta envergadura? Un escenario podría ser conocer las propuestas de manera escalonada, una a una, en un plazo de dos años. El primer paso sería establecer una prelación de las reformas a discutirse.

Es obvio que para el Gobierno la principal sería la “reforma fiscal integral”. El paso siguiente sería establecer un calendario de dos meses para que una comisión de expertos delegados de los participantes conozcan el documento de cada reforma que entregará el Gobierno, lo discutan y presenten las conclusiones al CES. El pleno las conocería, discutiría y aprobaría.

La ventaja de un escenario así estaría en la oportunidad que tendrían los expertos de discutir y analizar, conjuntamente con los especialistas del Gobierno, cada propuesta y hacer sus observaciones antes de que desemboque en el ámbito puramente político.


Como quiera, la democracia deberá enriquecerse con este ejercicio reformatorio.