En los próximos años, la depresión ocupará la primera causa de discapacidad socio-laboral y médica en el mundo.
La soledad, el estilo de vida estresante, los cambios en la dinámica familiar, la presión por el consumo, la agonía por el estatus social, la competitividad desmedida, la individualidad, la crisis de valores, el relativismo ético, la vida hedonista posmoderna, están dentro de los factores psicosociales de la depresión en la población joven y adulta.
Sin embargo, los factores multicausales de la depresión son los más ponderados para realizar diagnósticos temprano: genética, bioquímicos, médicos, psicoemocionales y psicosociales, así como también tipo de personalidad, las habilidades y destrezas en el manejo de los estresores psicosociales en las personas con tendencia a presentar episodios depresivos.
La depresión es una enfermedad médica que compromete el estado del ánimo, los pensamientos, la voluntad, los resultados de vida; es decir, la tristeza, el desánimo, la desmotivación, el estado de minusvalía, la desesperanza y la falta de sentir alegría o placer hablan de un estado depresivo.
Si estos síntomas depresivos permanecen por más de dos semanas o han tenido presentación cada tres o seis meses se conoce como depresión mayor.
Hacer diagnóstico temprano, recibir tratamiento a tiempo, o mantener la medicación antidepresivos por más de un año, establece la diferencia de aquellas personas que duran mucho tiempo sin tratamiento y sin seguimiento médico-psiquiátrico.
En los programas de psico-educación, se les explica a los familiares, al paciente y a la población sobre la importancia de reconocer los síntomas de la depresión, de apoyar y motivar a las personas a buscar la ayuda temprana y periódicamente; pero además, a mantener los tratamientos y aceptar los internamientos cuando sean necesarios.
Esa educación médica es lo que ha favorecido romper con la estigma o los prejuicios y limitaciones de creer que la depresión es de persona “sin carácter” o “floja de temperamento” o de personas “poquitas”.
En el cerebro de la persona que padece depresión hay cambios o bloqueo en sus químicos cerebrales: serotonina, dopamina, norepinefrina, glutamatos, catecolaminas que son las que influyen en los estados depresivos o los cambios de humor de las personas.
Las enfermedades médicas como diabetes, cardiovascular, tiroides, Parkinson, fibromialgia, esclerosis múltiples, demencias etcétera, favorecen y presentan episodios depresivos y necesitan ser tratadas como tal.
Para la depresión no existe condición social, sexo, edad, religión, grupos étnicos, o nivel intelectual.
Es una enfermedad como cualquier otra que necesita de acompañamiento psicológico y psiquiátrico.
Cientos de personas deambulan por las calles padeciendo de depresión, con cambio de ánimo, pobre concentración, baja productividad y pobre desempeño en lograr resultados de vida. Sin embargo, no saben que están padeciendo de depresión, o de cambios rápidos en su estado de ánimo.
Existen disparadores que producen cambios emocionales, psicológicos y conductuales en las personas: conflictos familiares, divorcio, deudas, pérdidas y ruinas económicas, conflictos legales, morales, éticos, duelos y frustraciones, fracasos o estados de desesperanza que llevan a las personas a tener depresión, ideas de suicidios o intento de suicidios.
La depresión necesita ser tratada, a veces hay que internar y acompañar por meses o por años a los pacientes. Los psicofármacos, la psicoterapia y las alianzas familiares logran ser los factores protectores que mejor responden a la depresión y que pueden prevenir los suicidios.
La depresión y los trastornos mentales han aumentado con la pandemia y sus daños colaterales, Se hace urgente campaña de sensibilización, psicoeducación y de apoyo a la población.
Además, implementar dentro del modelo de atención primaria los servicios de salud mental, la disponibilidad de los psicofármacos para tratamientos tempranos y uso prolongado para lograr remisión y buenos pronósticos.
El suicidio se previene, la depresión se trata y las personas pueden lograr el bienestar y la calidad de vida.