Datos contundentes y fríos (¿o de escalofríos?) obtenidos en la propia Seguridad Social indican que el poderoso sector económico que levanta edificios y flamantes torres en zonas privilegiadas de Santo Domingo, Santiago y enclaves turísticos de arrollador crecimiento estaría debiéndole gran parte de su éxito de rentabilidad muy asegurada a la desprotección en la que deja permanecer a la mano de obra en su casi totalidad con menos de un 20% bajo la sombrilla de la asistencia médica subsidiada y programas de pensiones. Una exclusión de ilegalidad que pone en dudas que siendo rampante la informalidad en tan duras labores las remuneraciones se expidan con sentido de justicia. En esos brutales desconocimientos de los derechos laborales aparecen como víctimas, juntos y reburujados, haitianos y dominicanos, con estos en menor cantidad porque el folklor merenguero siempre les ha predicado que !El trabajo lo hizo Dios como castigo! Y definitivamente así es cuando se brega con varillas y cemento y las autoridades permiten una expansión de las ocupaciones laborales al margen de las leyes.
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En la inscripción de asegurados de la construcción nacional aparece menos de un 5% de personas de nacionalidad haitiana de un total de 421,233 operando en áreas de prodigio y riquezas a pesar de que para detectar dominicanos con rudas herramientas en las manos, carretillando mezcla y subidos en andamios y salientes de altos edificios como equilibristas sin protección habría que buscarlos con lupa.