“Desglobalización o evaporación del sistema”

“Desglobalización o evaporación del sistema”

Eduardo Klinger Pevida

La globalización comercial, como parte de un supuesto sistema político liberal, con una imaginaria inclusión social que conformaría la “Aldea Global” que seguiría al “fin de la historia” que pregonó Fukuyama, al desaparecer el mundo socialista, ahora resulta contraproducente y espanta.

Lo global lo suplantan por lo nacional y la cacareada vocación universalista es sustituida por el unilateralismo.

Trump lo dejo claro en ONU: El futuro no pertenece a los globalistas. El futuro pertenece a los patriotas » mientras Boris Johnson imponía el Brexit.

Estados Unidos pasó del “America First” trumpiano al “Made in America” bideniano.

Suena parecido y, efectivamente, es lo mismo.

Con el socavón de la URSS a inicios de los 90, en Washington estimaron que con ello naufragaba aquello de “tres mundos” y debía sobrevivir solo uno, el que él lideraría y promovió una integración de mercados en el que no tendría freno ni obstáculos y reinaría plenamente. No habría barreras comerciales y circularían libremente bienes y capitales.

Con tal capacidad de dominación pensaron incluir a China en ese escenario, aprovechando que había iniciado la apertura, y “occidentalizarla”.

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Sin embargo, de lo dicho al hecho puede haber gran trecho. Bill Clinton, eufórico y esperanzado, llegó a exclamar: «Es muy importante que China ingrese a la OMC para garantizar que sus mercados estén abiertos para nosotros, así tengamos que abrir nuestros mercados a China, y para promover la paz y la estabilidad en Asia, incrementando la posibilidad de un cambio positivo en China «.

La buena noticia: sí se produjo un cambio en China. La mala: no fue el cambio que deseaban. Argumentan que China los amenaza porque quiere cambiar el mundo: falso, no quiso, pero la simple presencia de su éxito económico y comercial lo ha cambiado.

Ahora la globalización molesta. China la lidera y esa sorpresa y realidad los ha desequilibrado. La economía global impactó en muchos reduciendo costos, desarrollando tecnologías, redujo la pobreza, pero acentuó la desigualdad en el “capitalismo salvaje” que describió Juan Pablo II. El mundo se polarizó.

Washington impulsó una globalización que ahora desmonta e, inevitablemente, por fuerza de gravedad política y económica, espacio que abandona, recoloca a China. ¡Que dilema!

Lo global se fragmenta y ello provocaría, según el FMI, perdidas del 7% del PIB mundial.

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