Digesett… ¡Así no es!

Digesett… ¡Así no es!

Rafael Acevedo Pérez

El desastre circulatorio de la capital y principales vías del país está llegando a extremos insufribles, mientras la inoperancia de la Digesett se hace cada vez más patente; operando, al parecer, sin mayor coordinación ni orientación de parte del Intrant, ni de la propia Jefatura de la Policía.

Las redes viales colapsan en horas pico; mientras las callejuelas de barrios se convierten en cementerios de automóviles, que de vez en cuando son revividos y puesto a circular sin que ningún Digesett les pregunte por “los papeles”.

El desorden en las carreteras suele dar ganas de llorar, especialmente cuando, ante la multitud de infracciones y abusos de las normas por casi todo tipo de vehículos, lo único que se le antoja a los agentes de Digesett es detener vehículos de familia, en perfecto estado, que transitan con todo cuidado y rigor, para pedirles “los papeles”. Como si eso fuera su función principal ante el desastre circulatorio generalizado; al tiempo que se están cometiendo cientos de infracciones peligrosas apenas unos kilómetros más adelante. Lo que más molesta, no es la inútil y necia interrupción, sino pensar ¿por qué no están esos agentes en los “lugares del crimen”?. Le hice la pregunta a un joven policía con cara decente, y no pudo aguantar la carcajada. “Obedecemos instrucciones”, respondió avergonzado.

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En vías congestionadas aumentan los desmanes y abusos de los conductores, especialmente y de modo apenas creíble, los motociclistas. Cada día amanece un nuevo “patrón conductual” de estos malabaristas. Expliqué en un libro hace años, que el problema fundamental reside en que tienen un “rol-status ambiguo”; la Digesett ni el Intrant han logrado definirlos (tratarlos) como “vehículo regularizado por la ley”, o como un juguete para pasear en las aceras y transitar en parques y áreas verdes: Si son vehículos de transporte, con “deberes-derechos de circular por un carril de su uso y ocupación exclusiva, igualmente que un automóvil”.

Día a día los motociclistas “innovan patrones” cada vez más creativos y agresivos en cuanto a violar la luz roja, transitar en vía contraria y por aceras: Ya tienen “ganado el derecho de uso de las dos fracciones de los carriles ocupados por un automóvil”. De hecho, ya se ha “instituido” su derecho a viajar en vía contraria en cualquier tramo, incluido, por supuesto, el mismo carril que un automóvil ocupa, pero en vía contraria.

Digesett e Intrant han perdido facultad para ver estos hechos. Lo próximo no solo es el terror vial, sino la imposibilidad de predecir, imaginar y planificar la circulación vial. Peor que el caos, pues este permite cierta circulación aleatoria: Se trata de la paralización total por inseguridad, temor e incapacidad de enfrentarnos al desastre.

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Otro agravante: Los efectivos de Digesett abandonan esos lugares conflictivos y complejos, y ponen multas a cándidos conductores en áreas relajadas o cercanas a playas.

Una honrosa excepción: los que cogen lucha en las intersecciones. Que también sea dicho, administran el paso entre su incapacidad y el abuso de la “incertidumbre situacional”, de la cual tienen monopolio (Michel Croizier).