POR DOMINGO ABREU COLLADO
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La Organización de las Naciones Unidas declaró hace nueve años a las aguas subterráneas como un «recurso invisible», en razón de ser un recurso que además de encontrarse oculto al ojo común, los problemas que presenta resultan también invisibles, dado que la falta de conocimientos sobre su distribución y sobre la importancia de protegerlas impide incorporarlas en un marco de gestión integral, tanto de los recursos hídricos como de los recursos naturales en general.
La declaración de la Organización de las Naciones Unidas se efectuó en 1998, 104 años después que Edouard Alfred Martel, espeleólogo francés, demostrara que «las materias en descomposición en el fondo de una sima (o cueva vertical) podían contaminar los manantiales situados a varios centenares de metros, o incluso a varios kilómetros».
El trabajo escrito de Martel, titulado «Los Abismos», consiguió en Francia hacer votar una ley que desde entonces prohibe lanzar cadáveres de animales y detritos putrefactos en las cuevas. Esa ley se conoce como la Ley Martel, y fue promulgada el 15 de febrero de 1902, es decir, hace 105 años.
En este punto es bueno recordar que las leyes dominicanas, la jurisprudencia de la República Dominicana, ha sido diseñada a imagen y semejanza de la jurisprudencia francesa. Sin embargo, esta parte ambiental, ecológica, sanitaria y espeleológica de las leyes francesas no se contempla en esa jurisprudencia.
La Ley Martel repito, promulgada hace 105 años en Francia está considerada como una de las primeras normas en el mundo dictadas para inducir al respeto por las cuevas, las aguas subterráneas y el karst en general.
Recuerdo que cuando se discutía en vistas públicas nuestro Código de Aguas, personalmente, y a nombre del Espeleogrupo de Santo Domingo, insistí en la necesidad de incluir la prohibición establecida por la Ley Martel también en nuestro código.
Según la Oficina Regional de la FAO para América Latina y El Caribe «existe un proyecto de ley para el código de aguas formulado por el INDRHI, con el propósito de modernizar la legislación sobre aguas. Entre los componentes significativos que conforman este proyecto, en la versión revisada y modificada por la Comisión Nacional de Aguas Públicas, destacan los relativos al dominio de las aguas y sus usos, determinando la prioridad y preferencia para el abastecimiento de poblaciones y establecimiento de normativas para los restantes usos, la conservación y preservación de LAS AGUAS SUBTERRANEAS y las obras hidráulicas», pero en la realidad esta propuesta de conservación y preservación no se ha materializado.
Es posible que su falta de materialización se deba a la falta de recursos en el INDRHI para estos aspectos de educación entre la población, tan importantes para la conservación de nuestros acuíferos.
Recientemente nos dirigimos al relacionador público del INDRHI, señor Sergio Cueto, tratando de ver la posibilidad de que el INDRHI contribuyera con un curso de hidrogeología que estamos preparando, orientado principalmente hacia ingenieros, espeleólogos, operadores de turismo, constructores y otros actores que intervienen y ponen en riesgo (o se benefician de) las aguas subterráneas. Nos dijeron que el INDRHI no contaba con recursos para eso.
Tampoco tiene la Secretaría de Turismo, que quiere incorporar a las cuevas al turismo, y no sabemos si la CAASD tampoco tiene, porque no nos han dado respuesta. Hasta ahora, parece que solamente la Lotería Nacional entiende la necesidad de educar a nuestra población en torno al alto riesgo de nuestras aguas subterráneas.
RENAEPA y las aguas subterráneas
La recién formada Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental RENAEPA coordinada por el licenciado Valerio A. García Reyes, coronel del Ejército Nacional y jefe de la Policía Ambiental, pudiera convertirse en una importante herramienta para la protección de nuestros recursos hídricos, no solamente de nuestros ríos superficiales, sino de los subterráneos también.
En su discurso de lanzamiento de la RENAEPA, el licenciado Manuel García Arévalo, presidente de la entidad, destacó que «desde tiempos que se pierden en la memoria, hemos abusado alarmantemente de los recursos naturales a través de prácticas depredadoras y contaminantes que aumentan la fragilidad y la vulnerabilidad de nuestros ecosistemas».
Agregó García Arévalo que «urge crear a toda marcha una amplia conciencia conservacionista que comprometa a las fuerzas sociales fundamentales de la nación, y a la propia gente de todas las edades y credos, bajo un vigoroso liderazgo público y privado, para emprender acciones puntuales y consistentes en la defensa de los recursos naturales críticos, en los ámbitos forestal, acuífero y marino, y tratar de revertir los daños medioambientales que ya se han registrado».
Las organizaciones y personas convocadas por el Jefe de la Policía Ambiental, coronel Valerio García Reyes, han focalizado cinco áreas de trabajo principales: educación ambiental, conservación, contaminación, restauración e investigación, poniendo énfasis en proyectos en las cuencas de los ríos Haina, Higuamo, Yaque del Norte, Yuna, Yaque del Sur, Nizaíto, Nizao, Yuma y Ozama-Isabela. Pero es sumamente importante que recuerden que las aguas del subsuelo son las que están en mayor peligro de contaminación en estos momentos.
Aguas subterráneas en España
Citado como uno de los ejemplos más antiguos en el uso de aguas subterráneas tenemos a España, donde se consideran a las aguas subterráneas como una de las principales fuentes de suministro para uso doméstico y para el riego, como ocurre en otras partes del mundo.
En España alrededor de la tercera parte del agua que se usa en las ciudades y la industria y la cuarta parte de la que se usa en agricultura son aguas subterráneas. En muchos lugares en los que las precipitaciones son escasas e irregulares pero el clima es muy apto para la agricultura son un recurso vital y una gran fuente de riqueza, ya que permiten cultivar, productos muy apreciados en los mercados internacionales.
Las aguas subterráneas suele ser más difíciles de contaminar que las superficiales, pero cuando esta contaminación se produce, es más difícil de eliminar. Sucede esto porque las aguas del subsuelo tienen un ritmo de renovación muy lento. Se calcula que mientras el tiempo de permanencia medio del agua en los ríos es de días, en un acuífero es de cientos de años, lo que hace muy difícil su purificación.
Alrededor de la cuarta parte del agua utilizada en España es de origen subterráneo. Con ella se atiende a las necesidades de más de un tercio de la población y se riega algo menos que un tercio de la superficie total regada. En las zonas más secas es la fuente fundamental de agua, mientras que en zonas más húmedas, como Galicia, es un recurso complementario.
Controlar la calidad de las aguas subterráneas es más caro y difícil que hacerlo con las superficiales. En España existen más de 11 000 puntos de análisis y en 6000 de ellos hay controles periódicos de la calidad.
La suerte de la autodepuración
Los acuíferos tienen una cierta capacidad de autodepuración, mayor o menor según el tipo de roca y otras características. Las sustancias contaminantes, al ir el agua avanzando entre las partículas del subsuelo se filtran y dispersan y también son neutralizadas, oxidadas, reducidas o sufren otros procesos químicos o biológicos que las degradan. De esta manera el agua va limpiándose.
Cuando la estructura geológica del terreno facilita una zona amplia de aireación, los procesos de depuración son más eficaces. También es muy favorable la abundancia de arcillas y de materia orgánica. En cambio en los depósitos aluviales o las zonas kársticas (karst arrecifal del llano costero de Santo Domingo), la purificación del agua es mucho más difícil y este tipo de acuíferos son mucho más sensibles a la contaminación.
Es muy importante, de todas formas, tener en cuenta que las posibilidades de depuración en el acuífero son limitadas y que el mejor método de protección es, por tanto, la prevención. No contaminar, controlar los focos de contaminación para conocer bien sus efectos y evitar que las sustancias contaminantes lleguen al acuífero son los mejores métodos para poder seguir disfrutando de ellos sin problemas.
Cuando un acuífero está contaminado y hay que limpiarlo el proceso es muy difícil y muy caro. Se han usado procedimientos que extraen el agua, la depuran y la vuelven a inyectar en el terreno, pero no siempre son eficaces y consumen una gran cantidad de energía y dinero.