POR DOMINGO ABREU COLLADO
Se conoce como sequía a un período estacional, del ciclo climático, caracterizado por la ausencia de lluvias. Regularmente, estos períodos se presentan en épocas determinadas, pudiendo prolongarse o acortarse y terminarse con el inicio de una temporada de lluvias.
En la República Dominicana, la época de sequía normalmente comenzaba a mediados de febrero, extendiéndose hasta finales de abril, cuando al entrar mayo llegaban las lluvias, muy celebradas la primera de éstas, considerada como bendita.
El cielo azul intenso de diciembre hasta finales de febrero daba paso a un cielo menos azul, que entrando marzo se tornaba blanquecino. En tanto, en la mayor parte de ese tiempo -fines de diciembre a mediados de febrero- regía un proceso de lluvias que iba desminuyendo hasta convertirse en sequía, la que se prolongaba entonces hasta principios de mayo y las esperadas primeras aguas.
Todo esto ocurría tanto en el Llano Costero Suroriental como en el Cibao, aunque en los llanos de la costa atlántica se mantuviera más lluvioso.
En la actualidad vamos entrando en marzo, pero la sequía no se ha hecho presente, mientras que los dos primeros meses del año han sido relativamente lluviosos hasta la inundación en algunas zonas del país. Entonces, ¿tendremos sequías este año?
Ojalá que no. Pero, ¿es eso bueno o malo? Es decir, las sequías son por lo regular perniciosas. Sólo hay que ver lo que está ocurriendo en Africa en estos momentos. Pero, el hecho de que las sequías normales -esas que ocurren como consecuencia natural del ciclo climático- puedan desaparecer dando lugar a épocas lluviosas, pueden consecuentemente dar pie a situaciones catastróficas de inundaciones, deslaves, derrumbes y otros desastres.
Pero lo peor de ambas cosas es que no estamos preparados para ninguna de ellas. Me explico. Si se presentan sequías se agotan nuestras presas, y si se extienden nos va peor hasta llegar a situaciones de emergencia nacional, como ya ha ocurrido. Y si por el contrario lo que se presentan son aguaceros, tampoco estamos preparados para enfrentar las situaciones de desastres en cauces habitados, cañadas, zonas bajas y áreas inundables, todo por no proceder con autoridad con los ocupantes de zonas peligrosas.
Por no se sabe qué bloqueo mental de estado nunca nos hemos preparado contra sequías prolongadas. Nunca hemos pensado en la construcción de reservorios en las ciudades para enfrentar las sequías, esperanzados en que los pozos artesianos nunca se agotarán.
El hecho de que las sequías parezcan disminuir, y que en su lugar se presenten períodos sorpresivos de lluvias, debe considerarse como una advertencia muy seria sobre un posible cambio climático en la región de imprevisibles consecuencias. Pero, ¿cómo pedirle razonar a un Estado bajo un bloqueo mental que lleva más de 40 años? Hay cambios serios en nuestro clima regional. Mejor que miremos qué es lo que vamos a hacer de inmediato.
Las sequías y el cambio climático
El Centro Regional de Información sobre Desastres, de América Latina y el Caribe, tiene una interesante exposición sobre las sequías y sus efectos. Según el CRISD, en las últimas décadas, se ha registrado un mayor ritmo de deterioro de los recursos naturales, lo cual, a su vez, ha creado las condiciones para un incremento de la vulnerabilidad de la población ante fenómenos naturales como las sequías. Se define sequía como la disponibilidad insuficiente de agua durante períodos prolongados de tiempo en áreas extensas ocasionando privaciones y tensiones severas.
Tiene un impacto en la producción alimentaria y reduce la esperanza de vida y el desempeño económico de grandes regiones o países completos. La sequía es un rasgo recurrente del clima. Ocurre virtualmente en casi todas las zonas climáticas, y sus características varían significativamente entre regiones. La sequía difiere de la aridez en que la sequía es temporal; la aridez es una característica permanente de regiones con baja lluvia
Una definición operativa de sequía puede ser una reducción temporal notable del agua y la humedad disponibles, por debajo de la cantidad normal o esperada para un período dado.
Los componentes esenciales de tal definición son los siguientes:
1. Que la reducción sea temporal (si la reducción fuese permanente, «seco» o «árido» serían términos más adecuados).
2. Que la reducción sea significativa.
3. Que la reducción se defina con respecto a una «norma».
4. Que el período empleado como base para la «norma» esté especificado.
La manera de definir la «norma» es de suma importancia. Los componentes 3 y 4, por lo tanto, requieren una explicación más detallada.
Tipos de sequías y medidas de prevención
Por definición existen tres tipos de sequías bien estudiadas en el mundo:
* Meteorológica: involucra una reducción en la precipitación en algún período (día, mes, temporada, año) por debajo de una cantidad determinada, normalmente definida como alguna proporción del promedio a largo plazo para un período de tiempo específico. Su definición sólo comprende datos de precipitación. Hay que tener cuidado al usar y agregar datos de precipitación.
* Hidrológica: se refiere a una reducción en los recursos acuáticos (flujo en ríos, nivel de lagos, agua subterránea, mantos acuíferos) por debajo de un nivel determinado para un período dado de tiempo. Su definición sólo incorpora datos de disponibilidad y tasas de consumo basadas en el suministro normal del sistema (uso doméstico, industrial y agrícola)
* Agrícola: es el impacto que las sequías meteorológicas e hidrológicas tienen sobre esta esfera particular de la actividad humana. Los cultivos requieren condiciones muy particulares de temperatura, humedad y nutrientes durante su crecimiento para alcanzar su desarrollo máximo. Si la disponibilidad de humedad (o de cualquier otro factor) es inferior al nivel óptimo requerido durante el desarrollo, entonces el crecimiento será menor y la producción se reducirá.
En cuando a las medidas de prevención y mitigación se sugieren:
* Estrategias de diversificación de la producción con variedades de cultivos de mayor resistencia y mayor rentabilidad.
* Investigación de técnicas de conservación de humedad o que contribuyan a reducir el déficit hídrico resultante de la sequía.
* Promover la ejecución de proyectos que contemplen implementar reservorios de agua, riego artesanal, no quema del suelo, incorporación de rastrojos al suelo y otras prácticas amigables con el recurso suelo.
* Educar sobre la importancia del manejo de las fuentes de agua y de los árboles, la protección de cuencas y microcuencas.
* Capacitar a las organizaciones comunitarias sobre la importancia de los Planes de Desarrollo de Gestión de Riesgos, para poder identificar causas específicas de vulnerabilidades físicas, ecológicas y sociales, así como también el manejo de los pronósticos del clima, con el objeto de saber qué alternativas considerar ante la amenaza de estos fenómenos.
El caso actual de Africa
La agencia EFE de prensa está distribuyendo la información de que la Organización de las Naciones Unidas ha advertido de la inminencia de una crisis humanitaria en la región del Cuerno de Africa, donde 11 millones de africanos, de los que 1,2 millones son niños menores de cinco años, están al borde de la hambruna por la sequía que afecta a Yibuti, Etiopía, Somalia, Tanzania y Kenia.
El relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, ha explicado que la crisis humanitaria es inminente pese a las contribuciones financieras ya realizadas y pese a que los gobiernos de esos países adoptaron ciertas medidas.
Las repetidas sequías y las consecuencias de los conflictos que afectan a esos países se han traducido en una fuerte escasez de agua y alimentos, en pérdidas en las cosechas de cereales y muertes del ganado, ha asegurado Ziegler en un comunicado de prensa difundido en Ginebra.
Así, Naciones Unidas calcula que millones de africanos necesitan asistencia humanitaria y que la hambruna amenaza a 150.000 yibutíes, que son sobre todo pastores; a otros 1,75 millones de etíopes; 3,5 millones de kenianos; 2 millones de somalíes y otros 3,7 millones de tanzanos.
Es urgente salvar la vida de decenas de personas que viven en esos países, ha señalado el relator de la ONU, quien también ha indicado que algunos observadores ya habían notado en la región los primeros indicios de la fase anterior a la hambruna.
Asimismo, Ziegler ha recordado a la comunidad internacional que tiene la obligación de encontrar de manera urgente y apropiada soluciones a emergencias alimentarias en países que son miembros de Naciones Unidas.