La película “El Amante» (L’Amant) (1992) dirigida por el director francés Jean-Jacques Annaud es una seductora adaptación franco-británica-vietnamita producida por Claude Barri. Procede de la extraordinaria novela de Marguerite Duras, ganadora del premio Goncourt, traducida a 40 idiomas, y con más de tres millones de ejemplares vendidos, la novela, “L’Amant” (El Amante, 1984) nos cuenta la pasional relación que sostuvo una adolescente francesa con un rico heredero chino, en una época (los años 1920), de prejuicios, discriminación y racismo…
El guion fue escrito por Annaud y Gérard Brach con unas características especiales, y es que contiene un ajustado uso de los diálogos y silencios donde priman los últimos. Esto les permite a los protagonistas brillar a través de sus expresiones corporales y sus gestos faciales. Los primeros planos faciales dominan la película: los personajes se miran en silencio, miran en silencio los paisajes, el espacio, y la cámara mantiene un enfoque concentrado en estos rostros hermosos a medida que los planos se prolongan. Poco diálogo, resuelto con la voz melodiosa y melancólica de Jeanne Moreau nos retrotrae a la novela. Estas contemplaciones silenciosas e intercambio de miradas van creando el ambiente de seducción sutil. Tanto los primeros planos como sus paisajes capturan de manera impresionante la atmósfera única de la Indochina de los años 20. Jean-Jacques Annaud obsesionado con la estética con cada plano, cada fotograma y cada detalle logra que el escenario donde se desarrolla la trama sea un personaje más.
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Marguerite Duras al enterarse de la muerte de su amante en la vida real decidió a sus 77 años realizar su propia adaptación. Lo hizo bajo un guion escrito por ella misma y bajo el nombre de “El amante de la China del norte”. Al comparar las dos versiones, vemos que el guion de Annaud contaba la historia de las experiencias de “vida” de la protagonista: su relación con la familia, su despertar y experimentación sexual, su vida en el internado, su amor por el hombre chino, en fin… Por otro lado, la versión de Duras surge de un guion más intenso proveniente de un lugar más oscuro donde prima la “muerte”: la muerte de la inocencia, de las esperanzas, del amor, de la dicha, la muerte del dolor… La misma autora confiesa que ya no había nada que esconder total ya todos habían muerto. Su familia y su amante habían desaparecido: todos estaban muertos. Amaya Ortiz Zarate, profesora de la Universidad Complutense de Madrid refiere que:
“El amante de la China del norte es una obra inclasificable; es un libro compuesto de palabras densas, de frases que pesan como cuentas, concebido y tratado íntimamente como una sucesión de imágenes; es también un guion cinematográfico donde las palabras pronunciadas convocan lo visible, o, por el contrario, las palabras pueden ser únicamente atmósfera; un espacio para que las palabras floten o se queden” (Ortiz-Zarate, 2004).
La producción de Annaud comenzó en 1989, mientras que se dio principio a la filmación en 1991. Annaud logró manifestar la extraordinaria poiesis literaria en las imágenes del filme rico en metáforas visuales. Sus decisiones como director fueron bien pensadas desde el momento en que seleccionó a un equipo de producción de alta calidad. Robert Frisase, el director de fotografía, logró crear una estética visual cautivadora que sumó valor a la narrativa y al ambiente de la película: un poema visual lleno de fuerza y emoción. La selección de los actores y actrices (casting) estuvo inmejorable. Ancud tenía claro lo que buscaba para el protagónico: una joven con la inocencia de la edad, pero de una sensualidad natural que transmitiera un erotismo a flor de piel. La modelo y actriz Jane March fue seleccionada y logró una interpretación conmovedora; mientras que Tony Leung Ka-fai aporta el misterio que oculta tras una timidez que solo la pasión y profundidad significativas a su personaje es capaz de superar. La química entre ambos es palpable, lo que añade credibilidad a la historia de amor. Las miradas llenas de tierno anhelo y sensualidad y el simple toque de las manos que despiertan los sentidos son partes de los detalles que nos brinda Annaud.
Los personajes de Duras no llevaban nombres (rasgo importante de toda identidad), el director lo tomó en cuenta. Como realizador, Annaud logró una puesta en escena encomiable desde la puesta de cámara, supervisión del decorado, escenografía, vestuario, caracterización, sonido, música y actuaciones.
Un rodaje admirable, escenas eróticas sin excesos y el cuerpo como paisaje sutil son dignos de mencionar. El reparto fue elegido con extremo cuidado con Tony Leung Ka Fai como el tímido amante chino. Frédérique Meininger como la madre de la joven. Arnaud Giovaninetti como el hermano mayor de la joven. Melvil Poupaud como el hermano menor de la joven. Lisa Faulkner como Hélène Lagonelle, la compañera de la joven, entre otros.
Insisto, la fuerza de las películas de Jean-Jacques Annaud radica en la imagen como instrumento de comunicación más allá de las palabras. Su obra se presenta como una reflexión sobre el espacio. Asunto que se destaca en las imágenes del apartamento de soltero donde sucedían los encuentros de los amantes.
El ruido de los carros y marchantes de la calle penetra la habitación para mostrarnos el sonido de la pobreza del mundo marginal que se escurre por las ventanas apenas abiertas. La película utiliza la luz de manera magistral para crear una atmósfera evocadora. La Indochina colonial se presenta con una paleta de colores cálidos que refleja la belleza y el exotismo de la región. Las escenas nocturnas, en particular, están iluminadas de manera sutil, lo que añade un elemento de misterio en contraste con puntos focales en blanco. En las diurnas, ciertas escenas son iluminadas con una luzdiáfana, cuidada y planeada como elemento fundamental de la composición.
Muestra de ello es la luz que penetra cautelosamente, irradiando aquel sórdido y pequeño lugar de encuentros secretos.
Luz clara suave y profunda que atrapa al espectador, luz que solo produce el amor en el mundo de la oscuridad; tridimensionalidad que eleva el espíritu a través de emociones. La cortina que se mueve, los cuerpos enfrentados y otras veces entrelazados guiados por ansias y deseos delineados finamente por una cámara que escurridiza marca los cuerpos que juegan y se anhelan. Con planos detallados a menudo se centra en detalles significativos, como los rostros de los personajes, los objetos simbólicos o los gestos íntimos, lo que permite que el espectador se sumerja completamente en la historia.
A través de la danza exquisita de las cámaras y la fina maniobra de las lentes, la percepción de la realidad y de la distancia entre seres y objetos, cambia y nos muestra la belleza de los amores ocultos que son vividos con pasión y exaltación; rostros que ansían el placer por llegar; cuerpos púdicamente mostrados; objetos y espacios llenos de luz y sombras. La composición de las escenas es impresionante con encuadres cuidadosamente diseñados para resaltar la belleza de los personajes y el entorno, la lucha contra el mundo y sus circunstancias, sufrimiento y desolación, el rostro de aparente indiferencia de una joven que ha sufrido tanto que olvidó cómo mostrar los sentimientos y una cámara y unas tomas que son capaces de captar y mostrar todo aquello desde las profundidades del alma. Humanidad triste y desolada en la búsqueda de un espacio de amor prohibido. Cuerpos desnudos que se conocen y reconocen en el espacio de los mundos ocultos y marginados de las transgresiones sociales que Jean-Jacques Annaud fue capaz de captar en toda su plenitud. «El Amante» es una película que combina una hermosa estética visual con una narrativa intensa y una exploración audaz de temas tabúes; un retrato evocador de una época y una desafiante historia de amor.