¿Qué sería de nosotros sin el arte? Sin este proceso humano de creación y comunicación que trasciende los límites de lo puramente utilitario para adentrarse en la exploración de la experiencia subjetiva, las emociones y las ideas. ¿Qué sería de nosotros sin el arte que eleva el espíritu y sublimiza la existencia? ¡Estaríamos vacíos! Porque el arte surge como una necesidad imperiosa de reflejar la energía cósmica que habita en nosotros y se expande como el origen del universo mismo. Sí, así es… La energía cósmica y la telúrica se manifiestan a través del artista porque él es un canal de manifestaciones y de representaciones de la naturaleza en todo su esplendor. Los secretos de la existencia se develan frente a los sentidos de aquel que hace arte. El artista es intuitivo y a su vez está impulsado por una fuerza que lo lanza a la creación: crea o muere de pena y desasosiego porque su necesidad es imperiosa. Hacer arte funciona como diría Aristóteles como una “catarsis formal”. Y a esto añado, catarsis a través de la cual sucede un despeje de la vida ordinaria. El arte rompe el nudo que nos ata a una vida utilitaria y monótona y nos permite fluir… El arte limpia, aclara, despeja y nos permite conectar con los demás. El arte permite a su creador reflejar y transformar la realidad. Al mismo tiempo, funciona como un espejo y un catalizador de la sociedad. Puede reflejar la realidad de manera fiel o distorsionada, pero siempre pone de relieve aspectos que invitan a la reflexión.

El arte también puede cuestionar la realidad, transformarla simbólicamente y abrir puertas a nuevas maneras de entenderla. Está íntimamente ligado al contexto histórico, social y cultural del que surge por lo que lleva marcas de la época, los valores, las inquietudes y las luchas de su tiempo. Sin embargo, las grandes creaciones artísticas trascienden su momento histórico y siguen siendo relevantes para generaciones posteriores, porque expresan pulsiones universales de la condición humana. A menudo, el arte nos confronta con preguntas existenciales —sobre la vida, la muerte, la identidad, el amor— y puede tender puentes hacia lo trascendente, lo sagrado o lo inefable. No siempre da respuestas, pero sí despierta la conciencia y la sensibilidad de quien se acerca a él. Dada la importancia de aclarar el significado y el sentido del arte, me he puesto en contacto con varios expertos en la materia y ahora comparto con ustedes sus respuestas.

Abil Peralta Agüero, poeta, crítico de arte, curador y consultor de artes visuales, Premio Curador del Año 2000, otorgado por la Asociación Dominicana de Críticos de Arte (ADCA), conceptualiza el arte como “un fenómeno que conjuga pensamiento y materialidad, inherente a la condición humana”. Refiere que los procesos de imaginación, creación y producción del arte, están directamente conexos a la naturaleza primaria e inmanente del ser humano. El arte es nuestro más profundo y complejo acompañamiento emocional y espiritual, desde el año cero de nuestro nacimiento, hasta el adiós final de nuestra existencia…” (Peralta-Agüero,2025).

Jeannette Miller, Premio Nacional de Literatura 2011, escritora multigalardonada, crítica de arte e historiadora refiere lo siguiente: “El arte es la capacidad de transformar un hecho, un objeto, incluso la visión de una época, a través de una versión -una mirada, un trabajo personal- que parte tanto del conocimiento emocional como del conocimiento lógico, logrando nuevas modalidades que a su vez serán modificadas según la percepción de los receptores. Este proceso garantiza una dinámica permanente e inclusiva que abarca todos los aspectos de la existencia. Desde la arquitectura hasta la poesía, la música, el baile, la pintura, la escultura, etc. en un proceso de conocimiento y transformación que se convierten en indicadores de las distintas civilizaciones. Resumiendo: arte es el resultado de esa actitud del ser humano de querer cambiar las cosas para poder dar su particular visión de la vida” (Miller, 2025).

Fidel Munnigh, escritor, filósofo, profesor, vicedecano Facultad de Artes de la UASD, explica lo siguiente: “A modo de manifiesto por y para un arte nuevo en este siglo. El arte no es solo lo que está en los museos y las galerías de arte, ni tampoco en las colecciones privadas o institucionales, ni en las bienales y trienales. El arte está en todas partes. El arte está en la calle. El arte está en la vida. El arte está en los centros y en los bordes. El arte es un acto de rebeldía creadora. El arte es rebelión. El arte es revelación. El arte es visión, sueño y utopía. El arte es un dolor inmenso. El arte es un goce infinito. El arte es vocación y destino. Todo arte es completamente inútil y a la vez absolutamente esencial” (Munnigh, 2025).

Kathia San Millan, reconocida artista plástica y profesora de pintura quien realizó estudios de dibujo y pintura en el School de Visual Arts de New York, señala: “ El arte es una necesidad inherente al ser humano, de plasmar sus emociones, pensamientos e intuiciones frente a la naturaleza, a lo que vive en su realidad, en su imaginación o en su psique. Es una manera de redefinir y dar vida nueva a algo que ya existe o que intuimos a través de la pintura, el dibujo, la danza, la escritura, el cine etc. Si aceptamos que cada uno de nosotros forma parte un mismo cuerpo cósmico, entendemos de donde surge ese impulso de crear…” (San Millan, 2025).

Odalis Pérez, escritor, pintor, crítico de arte y docente, exdirector de la Escuela de Crítica e Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) entre 2009 y 2014, ahora director de la Escuela de Teatro y recibió el Premio Nacional de las Ciencia 2024 (Mescyt) en el renglón Ciencias Sociales, Humanísticas y Artes, especifica lo siguiente: “En los años que llevo ligado a la práctica creadora o de creación artística entiendo que la misma define un acto humano y estético llevado a cabo por un sujeto que imagina mundos en imágenes sensibles y hace ver, sentir, percibir, materializar una técnica y un lenguaje” (Pérez, 2025).

En definitiva, el arte es una forma de conocimiento y de expresión que conecta la vida interior del ser humano con el mundo externo, haciéndonos partícipes de una experiencia compartida que va más allá de las palabras. Es un lenguaje simbólico y emocional que despierta nuestra capacidad de asombro, nos invita a cuestionar nuestras certezas y expande los límites de la imaginación y la sensibilidad. A través del arte, reconocemos lo que nos une como seres humanos y, a la vez, lo que nos hace únicos.