La sociedad actual le hace trampa al adulto mayor. Para no decir que le estafa y le engaña con creces. En la madurez una persona trabaja, lucha por lograr autonomía, libertad, desarrollar una familia, conquistar algún legado, para después irlo entregando, repartiendo o desprenderse para continuar viviendo.
La estación del adulto va transitando hacia la vejez; lo que quiere decir que ha tenido que experimentar lo dulce y lo amargo de la vida, decepciones, olvidos, traiciones, éxitos, momentos felices, logros, vivencias y recuerdos almacenados, esperando que su hipocampo y el cerebro no le traicionen para poder contarlos.
Muchas personas desean llegar a la vejez, pero nadie quiere considerarse viejo o anciano; mientras que otras suelen negarse a envejecer. Aunque ahora la esperanza de vida ha aumentado, eso no asegura de ningún modo, que las personas tengan mejor calidad y calidez de vida; y ni hablar, de la felicidad y del bienestar del adulto mayor.
Existen adultos que lo tienen todo, pero le falta la salud. Otros tienen salud, pero carecen de muchas cosas; sin embargo, hay quienes tienen un poco de algunas cosas, logrando cierto equilibrio para armonizar un proyecto fluido hacia la última estación de la vida.
Literalmente, cada quien llega a la adultez mayor, tal cual, priorizó o gerenció su vida adulta; aunque siempre existen los imprevistos, circunstancias y adversidades. Pero siempre hay que organizar o trabajar para el logro de bienestar físico, emocional, familiar, social, financiero y espiritual.
Pero la sociedad mediática y posmoderna, de la economía del mercado y del consumo, no asimila, ni piensa en el adulto mayor, todo lo contrario, lo desecha, le roba y le administra mal sus recursos, le despoja del seguro médico cuando más lo necesita, le baja la tasa a su dinero ahorrado, le aumenta el coste de sus medicamentos, servicios y cuidados sociales, para desprotegerlo y hacerlo más vulnerable.
El adulto vive con el espanto de no saber cómo terminará su dinero en los fondos de pensiones o de retiro, o como la inflación devalúa su dinero ahorrado. Por otro lado, la jubilación, la viudez o el divorcio, la familia extendida por el mundo, la soledad, la depresión, la muerte de amigos, las enfermedades crónicas y las limitaciones físicas.
El peor de los escenarios para el adulto mayor lo representa vivir en una sociedad que lo excluye, le irrespeta, los desconoce o no los toma en cuenta; ejemplo, no tiene descuentos en cines, teatros, transporte, medicina, alimentos, impuestos, vacaciones, servicios sociales etc. Sé que todo eso está escrito en la Ley de Derechos del Adulto Mayor, pero no se cumple, y lo peor es, la ley de salud, financiera, impositiva, de pensiones y jubilaciones.
Si a todo esto, se le suma más políticas publicas deficientes, disfuncionales y excluyente de adulto mayor, peor es la agonía de existir y sobrevivir en una sociedad que te da la espalda, cuando más la necesitas.
El bienestar social del adulto mayor va de la mano con su educación, su propia administración personal y de sus sanos hábitos de vida.
La vejez se trabaja y prepara en la adultez. Se tiene que mirar al pasado, pero vivir la vida mirando el presente y el poco futuro que queda. Sin embargo, trate de ser un adulto mayor independiente, autónomo, con vida socializada, ejercicio físico, lectura, juegos, tertulias, encuentros, viajes, vacaciones, invertir en salud, confort, calidad de vida, pareja, familia, y vida espiritual. Busque todas las formas de soltar o deshacerse de habitos tóxicos, para construir nuevos hábitos.
El adulto mayor tiene que viajar ligero, ir vaciando su mochila emocional, desprendiéndose de los hoyos negros que construyó en la vida.
Nunca pierda el sentido de lucha, y de empoderamiento en la vejez, ya no hay tiempo para ser conservados, o aceptar que lo pongan a hacerle fila a la vida. El adulto mayor ha recorrido la vida, aprendió y sufrió en ella; ahora lo que queda es vivir, disfrutarla, fluir y acomodarse con lo poco o lo mucho.
Perdonarse o perdonar en lugar de acumular remordimiento, odio o venganza. Ese tiempo corto es para la virtud, la bondad, para dar y ceder las oportunidades. Sencillamente, el tiempo del adulto mayor se aprecia cada hora, cada minuto y cada segundo. El luchismo, la competencia, el deseo ganar, la notoriedad y los reconocimientos, son para los jóvenes y adultos.