El cercano y lejano mundo de las drogas

El cercano y lejano mundo de las drogas

¡Lo nunca visto en República Dominicana! ¡El mejor trabajo de incautación de narcóticos de la historia del país!


Recientemente nos quedamos todos boquiabiertos al ver en fotos cómo lucen más de 9,587 paquetes de cocaína, con un peso total de 9,889 kilogramos, lo que equivale a 9.8 toneladas, en un operativo que se realizó la semana pasada en el Puerto Multimodal Caucedo, donde se descubrió semejante cantidad de droga en unos contenedores supuestamente provenientes de Guatemala y que pasaron por Honduras, según indicaron las autoridades locales que dieron la noticia.

Esta situación generó un revuelo internacional en la región y un desmentido de la procedencia de la misma por parte del propio presidente Guatemalteco, Bernardo Arévalo, y por supuesto, el recule dominicano rectificando que no fue allí.

En fin, ¿Qué es la lucha contra el narcotráfico? y ¿Por qué el tema de las drogas ya no genera el interés popular de los años ochenta y noventas?

Desde mi punto de vista, hace rato que dejé de creer en la lucha contra el narcotráfico, no porque piense que no exista un grupo de personas que real y efectivamente han consagrado su vida a decomisar, perseguir y desmontar este tráfico ilícito, si no, porque estoy convencida de que el narcotráfico cuenta con un poder que va más allá del dinero simple, aunque sea éste su fuente principal.

Recuerdo que en mi infancia el consumo y la conversación al respecto de las drogas era un tema vergonzoso. Había, en este país sobre todo, cierto pudor al respecto, incluso, a pesar que se sabía que ciertos personajes públicos en el mundo de la farándula eran posibles o conocidos consumidores, se le atribuía a la cultura de Estados Unidos que metía sus influencias para promover el consumo y el incremento de narcotraficantes locales.

Ese era el discurso entre las personas del círculo en el que me crié: políticos, ex-combatientes de Abril, actores y actrices, médicos e intelectuales que escuchaba entre las peñas a las que asistía con mis padres. Siempre,  salía a relucir el tema de la guerra de Vietnam, y cómo a los soldados americanos le facilitaban drogas para poder sobrellevar ese drama, o, cómo un pueblo tan revolucionario como San Francisco de Macorís, centro de acción de grandes huelgas y manifestaciones sociales, empezó a ser un punto de desarrollo de narcotraficantes agraciados con visados a EEUU, cuyas casas empezaban a sobresalir en los ochentas y noventas, por su lujosa construcción, lo cual, se fue extendiendo por La Vega, Santiago, Moca, etc.

La música que de alguna manera mencionaba el consumo de drogas, pasaba imperceptiblemente en este país, porque más que todo era en inglés y no de un gusto ampliamente popular.

En los años ochentas, series como Miami-Vice, se hicieron muy populares. El malo siempre solía ser el latino, pero aún así, esas historias se sentían lejanas y fantasiosas para el público dominicano, aunque se basaran en ciertas realidades.

Quizás me puedan corregir, pero yo percibo un antes y un después de la teleserie: “El Cartel de los Sapos” del 2008, respecto al auge de las “narconovelas”. Hasta el momento, una cosa era conocer historias legendarias como las de Pablo Escobar y los carteles de drogas colombianas que se fortalecieron después de su muerte, y otra muy distinta, era ver escenificada cómo se montaba toda esa operación en la fabricación, distribución, complicidad, complejidad, personajes, venganzas y situaciones familiares, etc., generando  tal interés que incluso, hasta el día de hoy, se hayan adoptado palabras y modismos provenientes de dicho fenómeno televisivo, que más que artístico, fue un destapador de información nueva para el público general.

También, la teleserie, “Escobar: El Patrón del Mal” del 2012, siguió con la fiebre de exponer toda esta historia, llena de detalles desconocidos, logrando sorprendentemente que el público genere empatía y admiración por el personaje, a pesar de todos los atentados y asesinatos que realizó.

En fin, y por ahí siguen más realizaciones de la vida de varios personajes de este mundo de las drogas, como la del Chapo Guzmán, Teresa Mendoza, más toda una ola de desviación del contenido trágico-romántico de las telenovelas tradicionales a las “narconovelas”, etc.

La mayoría de estas historias cuentan la parte latinoamericana, envolviendo a políticos y militares, pero poco se sabe de la parte estadounidense y europea, que suele evidenciarse más cuando se habla de personajes icónicos de los 50’s, 60’s, 70’s, o se hacen películas de ciencia ficción insinuando el poder detrás de este mundo de transacciones y generación de miles de millones.

Con esto no digo que no hay denuncias del primer mundo, porque podemos citar al escritor y periodista italiano, Roberto Saviano, que ha expuesto el tema del Clan Casalesi, lo cual, lo ha llevado a huir de su país por amenazas. Del mismo modo, hay documentales y periodismo de investigación al respecto con denuncias serias internas de EEUU, pero, no es de dominio popular por estos lares las intimidades, los políticos y militares del primer mundo involucrados en el tema. Algo, que de algún modo influye en la autoestima y auto-percepción que tenemos los latinoamericanos respecto a nuestro papel y culpabilidad en el mundo del narcotráfico.

Ahora bien, el consumo, las adicciones a drogas sintéticas, muchas veces producto de malas prescripciones lícitas de médicos irresponsables en EEUU, influenciados por una industria farmacéutica voraz, que recetan (por soborno) el uso de opioides para el dolor, en vez de seguir un protocolo establecido mundialmente para esos fines, sigue incrementándose.

La normalización del consumo de drogas ilícitas en la cultura general, incluyendo la nuestra, donde nadie se le ocurría hace décadas atrás cantar que vamos a “beber pastillas en la discoteca”, o una serie de dembows celebrando que “coronaron”, entre otras veneraciones a ese mundo, también hace daño a nuestra sociedad.

Hago todo este recuento, tratando de comprender o de que reflexionemos respecto a este fenómeno de consumo en ascenso. Pensemos: –todo producto que se quede sin consumidores fracasa-, esa es una ley en el mercado, al igual que la falta de una buena distribución te deja sin clientes, eso lo saben bien las empresas como las de refrescos; si su marca no está en el colmadito más remoto del país, quien va a procurar su producto y no lo encuentra, compra otro parecido o se entretiene con otra cosa.

Entonces: ¿Cómo entra la droga, se distribuye y se recoge el dinero de este mercado “oculto” en sociedades con tan buen sistema de seguridad, siendo quienes representan el público que más la consume, y por ende, quienes mantienen lucrativo el negocio?…Imaginamos, pero no sabemos.

Volviendo a este reciente SUPER DECOMISO de 9.8 toneladas de cocaína, “único en la historia dominicana”, en vez de satisfacción, ahora lo que queda son grandes dudas de su procedencia, entre las cuales, está la mía: ¿Cuál era la necesidad detrás de este gran descubrimiento? Porque hacer una operación de tal calibre, mintiendo internacionalmente, nos deja como payasos.

En fin, desaparecen carteles y carteles, apresan y extraditan colombianos, mexicanos, dominicanos, venezolanos, puertorriqueños, entre otros latinoamericanos, y aún los estadounidenses, canadienses y europeos, que son el GRAN MERCADO, siguen con esa necesidad de consumo. Una ciudadanía que se supone que goza de mejores oportunidades, educación, acceso a salud y alimentación.

¿Y con el dinero? ¿Quién se queda?

Puedes leer: Conectando al mundo para un futuro compartido

Más leídas