Toda la oposición al gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y los diversos sectores sociales tienen la obligación de rechazar firmemente el proyecto de reforma constitucional continuista, porque afectaría profundamente la ya precaria institucionalidad democrática y generaría un clima de ingobernabilidad con repercusiones políticas y económicas.
Es errático aceptar el chantaje de que luchar contra la continuidad de Danilo Medina es ayudar a Leonel Fernández, otro reeleccionista que al cumplir tres períodos de gobierno modificó la Constitución para eliminar el “nunca más” y poder volver a perseguir la presidencia, que según ha dicho debe ejercer su partido hasta el bicentenario de la República en el 2044.
Un acierto de Abinader
Fue un claro acierto del precandidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM) Luis Abinader, convocar a sus seguidores ante el Congreso Nacional para iniciar en las calles la oposición a la reforma constitucional que promueven los seguidores del presidente Danilo Medina para buscarle un tercer período consecutivo de gobierno. Ya la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional había convocado al Altar de la Patria el domingo 21.
Había que pasar de las declaraciones a las acciones, para romper la interesada versión de que el conflicto político es un simple choque entre los dos que disputan el control del PLD, ya que está en juego la precaria institucionalidad democrática, amenazada por el intento continuista de un gobierno desgastado, que no cuenta con los votos necesarios para reformar la Constitución y pretende comprarlos abiertamente.
Asegurados los votos de su aliado el PRD y de la mayoría de los 11 legisladores reformistas, al danilismo le faltarían aún cerca de 30 votos para reunir los dos tercios de la Asamblea Revisora de la Constitución, y tendría que comprarlos entre los seguidores de Fernández, o del PRM que podría ser desestabilizado y sumido en el descrédito. Sería absurdo que la oposición política se lave las manos mientras Medina militariza el Congreso y aplasta a Fernández con todo el poder del Estado, que luego utilizaría para reunificar su partido y después para imponerse en las elecciones. No habría fuerza moral para impugnar el continuismo.
Tampoco le conviene que el leonelismo pueda reivindicar como propio un posible fracaso del proyecto continuista y que se reafirme el alegato de que aquí no hay oposición, que los peledeístas son invencibles, abriendo espacio para que Fernández realice su confesado sueño de gobernar hasta el bicentenario de la República, en el 2044, También procede recordar que Leonel intentó la reforma reeleccionista en 1998, se reeligió en el 2008 y hubo que frenarlo para el 2012.
EU paraliza el lobo
Esta fue otra semana perdida en el intenso batallar por imponer una segunda reforma constitucional consecutiva, aunque el miércoles el proyecto de convocatoria de la Asamblea Revisora ya estaba suscrito por una docena de senadores. Y se supo que además de habilitar la repostulación de Medina, incluiría la reunificación de las elecciones y sacar al Procurador General del Consejo de la Magistratura. Pero una vez más no apareció el lobo que amenaza engullirse la institucionalidad democrática, paralizado por la llamada telefónica del secretario de Estado de Estados Unidos, Michael Pompeo, al presidente Medina.
Un comunicado publicado en el portal de internet del Departamento de Estado dice que “los dos discutieron (thetwodiscussed) la importancia de que todos los sectores políticos en la República Dominicana preserven la institucionalidad democrática y la adhesión al estado de derecho y la Constitución, particularmente en el período previo a las elecciones del 2020”.
El 5 de junio la embajada de EU en el país, al desmentir que su encargado de negocios, Robert Copley, se hubiese reunido con el presidente Medina para expresar su desaprobación al proyecto reeleccionista, aprovechó para precisar que sin embargo “la lucha contra la corrupción, el respeto a la Constitución y las elecciones libres e imparciales son indicadores sólidos del compromiso de un país con la democracia”. Ahora la advertencia fue directa a Medina, aunque el gobierno trató de neutralizarla informando que el mandatario le dijo que no ha decidido buscar la reelección y que Pompeo le hizo reconocimientos a su gestión gobernativa.
Mensaje a todo el país
Los próximos días mostrarán si Medina interpretó la llamada telefónica del gobierno norteamericano y el párrafo informativo que le siguió. En círculos vinculados a EU se sostiene que con los problemas regionales, de Haití, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Guatemala y Honduras, lo menos que quiere Washington es desestabilidad política en República Dominicana.
Pero el acontecimiento es un mensaje a todos los sectores, en especial a los conservadores y empresariales donde el continuismo de Danilo tendría algún apoyo, pero que son muy susceptibles a las preocupaciones y los lineamientos de Estados Unidos. No deja de ser penoso que no tengan convicciones o el coraje necesario para defender la institucionalidad democrática y se doblen por intereses o por miedo ante los poderes presidenciales. Por eso es que todavía muchos no creen que Danilo Medina pueda fracasar en el intento continuista.
En lo que sí ha habido una notable preocupación por el rumbo de la nación es en la opinión que se expresa en los artículos y editoriales de los periódicos, a lo que ha contribuido la militarización del Congreso Nacional, incluida la aparición de drones y equipos de espionaje en su azotea
¿La reelección infinita?
Aunque el proyecto continuista ha acaparado la atención pública, son pocos los que han preguntado cuál sería el nuevo predicamento constitucional sobre la reelección, si modifican el actual de dos períodos y nunca más de la reforma de Danilo Medina en el 2015. ¿Volverán al modelo de reelección con período alternativo, como impuso a su conveniencia Leonel Fernández en su Constitución del 2010 y que Medina y sus mismos legisladores de ahora modificaron hace cuatro años?
El otro modelo constitucional dominicano es la reelección infinita, como mantuvo Joaquín Balaguer a partir de su Constitución de 1966, hasta terminar en la crisis que en 1994 puso al país al borde de la ruptura y obligó a pactar su limitación. Eso cabría dentro de la lógica de quienes excusan el continuismo danilista aduciendo que no le queda opción para evitar que lo persigan por escándalos como la corrupción de Odebrecht. Aunque dentro de cuatro años podría estar en peor circunstancia, a menos que logre un desguañangue total de las instituciones e imponga una dictadura de larga duración.
Tampoco se calcula con precisión cuánto sería el costo de comprar los 30 votos que le faltan para aprobar la reforma. Esta semana el diputado Fidel Santana, del Frente Amplio, dijo que las cotizaciones han subido a 70 millones de pesos. Pero no se pueden calcular solo por los faltantes, pues en ese vil mercado, los ya asegurados, (13 del PRD y 7 de los 11 reformistas) también reclamarían sus compensaciones. Con todo, hay quienes aseguran que los promotores del continuismo danilista no se pararían por tres o cuatro mil millones de pesos, 70 u 80 millones de dólares.